CAJA NEGRA: El Informe

Por: Antonio González Vázquez.

 

Un Informe es ante todo un ejercicio de rendición de cuentas, lo que supone a su vez que quien informa se apega en lo posible a la realidad y con ello, es respetuoso de la verdad. Un Informe de gobierno, en ese sentido, tendría que contener lo que realmente se hizo, pero también lo que no se hizo; en ambos casos con precisión, exactitud y claridad.

 

Los Informes de Gobierno que deberían ser un ejemplo de mesura y veracidad, terminan por concretarse en enciclopedias de lo inútil donde se hacen mil definiciones de “cómo amo a mi pueblo”. Su narrativa en vez de provocar reconocimiento genera rechazo y en el extremo, hasta repudio.

 

En vez de Informar lo que hay, se informa de lo que se quiere hacer o en lo que no se pudo hacer y para ello, se encuentra siempre una disculpa. Informar es para un gobernante una oportunidad de lucimiento personal y de la puesta en escena, una vez más, del clásico besamanos en el Día del Gobernador.

 

En el Día del Informe del Gobernador nada es más importante que eso, ni siquiera la sociedad y mucho menos sus problemas. Lo que importa es cómo se ve el señor gobernador, cómo luce el señor gobernador, cómo camina el señor gobernador, con quién se reúne y a quién saluda primero el señor gobernador, cómo es la dicción del señor gobernador en su lectura del Informe.

Pero también, qué dicen sus invitados, los demás gobernadores, el representante del presidente de la república, los de la jerarquía de la iglesia, los inversionistas y empresarios. Eso es importante, pero no tanto como el mensaje de gobernador.

El Día del Informe del Gobernador la prensa no debe hablar de otra cosa sino de aquello relacionado con el gobernador pues que para eso se les paga publicidad. En el Día del Informe del Gobernador es de suma importancia que estén todos los medios de comunicación. Todos sus enviados, corresponsales, reporteros, columnistas, articulistas, directivos y dueños.

 

Un Informe es importante porque supone que la sociedad conocerá con amplitud lo que hizo su gobierno durante la anualidad, pero eso es lo deseable, lo cierto es que el gobernador informa lo que quiere y oculta lo que es inconveniente decir.

Tan es así, que verbigracia, en el pasado Informe de la LXI Legislatura del Congreso del Estado no se incluyó el total de iniciativas pendientes o rezagadas, pues queda claro que sería ruinoso para su imagen que de cada diez iniciativas sólo se aprueban dos.

 

Así son los Informes, dicen solo una parte de las cosas, son al final un discurso político en el que se cede siempre a la tentación de encubrir la realidad con frases huecas y con mentiras piadosas, como esa de que “nunca habrá recursos suficientes para combatir la pobreza” o aquella otra de que “hemos hecho un gran esfuerzo, aun falta mucho por hacer, pero vamos por el camino correcto”.

 

Un Informe debería ser algo de lo que incluso la sociedad se sintiera orgullosa porque lo que hace el gobierno lo hace con el dinero de la gente y además a ese gobierno le dieron su confianza y su voto. Nunca ha sido ni será así.

 

Los Informes son un ejercicio de culto a la personalidad, una apología mal hecha de un individuo, una letanía de frases trilladas y lugares comunes, eso son los informes, mero remedo de acto de rendición de cuentas.

El Informe del Gobernador Juan Manuel Carreras no será distinto, podrá ser todo, menos lo que es y debería ser un Informe.

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