Por Antonio González Vázquez
Según el director de Seguridad Pública del Estado los criminales se están matando entre ellos; a eso se debe el ambiente de terror que vive la entidad. A decir de ese funcionario, los criminales no se proponen atentar contra la sociedad sino solamente atemorizarla puesto que es a sus enemigos a los que quieren liquidar.
Ángel Gámez que así se llama el funcionario jefe de la policía estatal debería controlar lo que habla y declara puesto que queriendo pasar por perspicaz en realidad pasa por necio.
Esa especie de que los delincuentes se matan entre sí, se extendió desde el arranque de la guerra contra el narcotráfico que detonó Felipe Calderón, desde entonces, en inútil afán por simplificar la tragedia, los funcionarios y mandos de policía reporten cual merolicos eso de que los criminales se matan entre sí.
Y luego, en una bravuconada propia de arrogantes, aventuró que los delincuentes deberían estar muy preocupados porque la policía, es decir, el mismo Gámez y toda la tropa, los van a atrapar y los van a meter a la cárcel.
Vaya con funcionarios de corte tan plano que creen que con habladurías se resuelven los problemas de inseguridad. Lo cierto es que ni siquiera el propio policía Gámez podría explicar lo que dijo. En un contexto de violencia creciente y de inseguridad generalizada, salir con el petate del muerto de que los vamos a capturar y encerrar en la prisión, no va más allá de una baladronada insulsa.
Si va a atrapar a delincuentes, que atrape a los que extorsionan, secuestran y asesinan y no a los simples autores de delitos comunes.
Este funcionario no se da cuenta de que va por un camino enfangado y que el lodo le cala hasta las rodillas: 63 muertos en enero y 674 en 16 meses de gobierno: Ese no es problema para el director de la Policía Estatal, total, se están matando entre ellos.
Hay momentos en que lo mejor es quedarse callado, es algo que debería entender Ángel Gámez cuya capacidad para la simplicidad es inaudita.
Y si descuartizan unos cuerpos, los meten en bolsas negras y luego los desparraman en medio de una carretera, ¿cuál es el problema?, preguntaría Gámez, puesto que lo que los delincuentes quieren con eso es meterle miedo a sus enemigos. No se preocupe la sociedad potosina, que se preocupen los criminales.
Con tal nivel de pensamiento, lo que sorprende es que siga siendo director de la Policía, pero bueno, con un jefe como Arturo Gutiérrez y otro más jefe que éste, como Juan Manuel Carreras, qué otra cosa se podría esperar.
Los potosinos viven en el miedo, en la aflicción y el jefe de la policía estatal con sus dichos sin tacto.
