El pasado jueves el Congreso del Estado aprobó el Sistema Anticorrupción propuesto por el gobernador Juan Manuel Carreras. Esa iniciativa se aprobó sin que el mandatario justificara con número, el por qué hace falta un sistema de ese tipo. En ningún momento dio datos ni cifras acerca del tamaño de la corrupción en San Luis Potosí. Puro rollo y más rollo.
Nadie sabe de qué tamaño es la corrupción en San Luis Potosí y el gobernador Carreras perdió la oportunidad de ganarse la confianza de la sociedad, pues en su iniciativa pudo habernos dicho cómo es y con qué frecuencia se cometen actos de corrupción, qué instituciones y qué funcionarios públicos son más frecuentes corruptores, cuánto cuesta la corrupción a los potosinos y más.
No lo hizo, tuvo miedo y prefirió la confortable postura de hablar de corrupción como algo indescifrable, como algo ajeno, como si en San Luis Potosí no hubiera corruptos.
En la Tasa de Incidencia de Corrupción, el INEGI ubica a San Luis Potosí en el lugar siete de los 32 estados, con 31 mil 940 casos por cada cien mil habitantes. La tasa nacional es de 24 mil 724 casos. Es decir, la entidad está en el top ten de los estados de mayor corrupción.
En la Tasa de ciudadanos que experimentaron algún caso de corrupción en al menos uno de los trámites que realizaron en dependencias de los tres niveles de gobierno, San Luis Potosí, es la entidad con la cifra más elevada con 17 mil 987 casos por cada cien mil habitantes. San Luis Potosí supera al Distrito Federal y al Estado de México, segundo y tercer lugar de ese indicador respectivamente.
Esto solo por citar dos indicadores de corrupción para San Luis Potosí, son datos del conocimiento público.
En una exposición de motivos de cualquier iniciativa de ley, se incluyen los antecedentes del problema, se le describe, se le desmenuza y se incluyen las estadísticas que ayuden a entender mejor el problema, es decir, se coloca a la iniciativa en su circunstancia y contexto.
Por ejemplo, en sus iniciativas de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos 2016, el gobernador Carreras expone la situación económica mundial, la de México y luego de la situación potosina, pues de lo que se trata es de justificar su propuesta.
En la Ley Anticorrupción no ha nada de eso, no se menciona a ningún servidor público o instituciones señaladas por cometer actos de corrupción, no se dice nada de qué actos de corrupción son más frecuentes ni quienes los cometen. Ni una sola línea, de modo tal que se presenta una medicina para alguien que no se sabe siquiera si está enfermo, sino que se sigue la lógica de que si a la sociedad no le gustan los corruptos, pues a mi tampoco como diría Carreras.
Hace unos días, Astrolabio Digital publicó información sobre el testimonio de la madre de una joven desaparecida desde octubre pasado. En la Procuraduría le pidieron dinero para “agilizar la investigación”.
Eso no existe para el gobernador que ya tiene Ley Anticorrupción pero tiene miedo hablar de la corrupción en su gobierno.
Esa Ley por tanto, no pasa de ser un intento publicitario por ganarse algo de popularidad como alguien que no tolera la corrupción. Si no le gustan los corruptos, tan simple como que diga quiénes son y dónde están, pero el gobernador tuvo miedo de hacer eso.
Es paradójico, pero así es siempre: los políticos y gobernantes que más saliva sueltan en el tema del combate a la corrupción, suelen ser los más corruptos.