Por Antonio González Vázquez
Una vieja práctica de la clase política potosina es la de decir una cosa y luego hacer otra totalmente contraria, más si ese dicho se convierte en promesa y compromiso de campaña. Incluso, cuando el político lanza advertencias, no pasará mucho tiempo antes de que eso no solo caiga en el olvido sino que también se haga todo lo contrario a lo advertido.
La historia potosina está llena de candidatos y políticos cuyo discurso va de la promesa sentida a la desmemoria cínica; se puede pasar de la bravuconería y de los alardes justicieros a la ignominia de cometer los mismos excesos que antes se criticaban.
Se puede decir incluso que esa cara falsa de los políticos forma parte de su esencia, es parte de su naturaleza, no en balde la especie histórica de que si un político dice no, en realidad es un sí.
La capacidad para simular es inagotable y no encuentra límite alguno, por eso, en campaña, se pueden rasgar las vestiduras y jurar que todo acto ilegal que descubran de su antecesor lo van a sancionar con todo el peso de la ley, que no les temblará la mano y que caerá quien tenga que caer, porque en definitiva, nadie se puede sustraer al imperio de la ley y porque aquí se respeta y se hace cumplir el Estado de Derecho y más habladurías de ese calado.
Para no ir más lejos, ahí está el caso de Ricardo Gallardo Juárez que siendo candidato a presidente municipal y luego como alcalde electo, “denunció” presuntas irregularidades en la concesión del ayuntamiento de Mario García a favor de Panavi respecto del alumbrado público.
Gallardo se desvivió criticando eso y amenazando con que al llegar al gobierno tomaría medidas contra Mario García.
Lo real es que hizo todo lo contrario. No solo no se actuó contra el ex alcalde ni contra la empresa que incumplió el contrato, sino que éste será modificado para entregarle a la empresa 200 millones más sobre el monto inicial de mil 300 millones de pesos.
Los políticos no tienen memoria y han de creer que la sociedad tampoco. La sociedad sabe que decir una cosa y hacer otra, es pura hipocresía.