Caja Negra: Huir de los periodistas

Por Antonio González Vázquez

Un servidor público huye de los periodistas cuando éstos tienen muchas preguntas qué hacer y aquel no tiene respuestas que ofrecer.

 

Si un servidor público corre y se marcha apresurado de un lugar donde hay periodistas, es porque tiene una cola muy larga y no quiere que se la pisen.

 

Hay una explicación para el caso de que un servidor público le saque la vuelta a los periodistas: el hecho irrefutable de saber que su palabra vale ya poco menos que un centavo.

 

Cuando un ciudadano ve correr en la calle a un diputado, no es porque tenga una cita con algún alcalde a quien pedir el sagrado moche, sino porque huye despavorido de los reporteros que le van a preguntar de esos moches.

 

Un diputado sabe que debe alejarse de los periodistas y poner pies en polvorosa cuando en un extraño ejercicio de autocrítica, admite que sus verdades son un monumento a la mentira.

 

Si el que se fuga o se escurre para no ser visto por los periodistas es un diputado, es porque ha comprobado que los vales de despensa no necesariamente funcionan con todos.

 

En caso de ver a un grupo de reporteros que siguen a un sujeto que se siente tejido por la virgen y no voltea ni a verlos, no se sorprenda, es que se trata de un diputado verde de coraje que actúa como Mirrey.

 

Cuando un político esquiva a los periodistas  es porque le aterra ser ejemplo de la especie aquella de que el pez por la boca muere.

 

Es obvio, un político evade a la prensa porque no le gusta rendir cuentas.

 

Los políticos odian las preguntas de la prensa cuando éstas se relacionan con lo más indeseable de ellos, cuando no es así, hablan hasta por los codos.

 

Ayer, Manuel Barrera Guillén, el cuarto de los diputados inmiscuidos en el escándalo de los moches y el único que se aferra al cargo y se niega a solicitar licencia, ofreció un lamentable espectáculo.

 

Los reporteros de la fuente política lo esperaban a la salida del Congreso en Jardín Hidalgo para entrevistarlo, lo cual, hasta hace un par de semanas, era su actividad predilecta puesto que decía y opinaba lo que le viniera en gana pues como presidente de la Mesa Directiva está autorizado para opinar hasta de las relaciones sexuales de los tucanes.

 

Terminó la sesión de la Permanente y como le avisaron que los reporteros lo esperaban, se ocultó en una oficina para hacer tiempo.  Creyó que los reporteros se cansarían y desistirían en su intento de entrevistarlo.

 

Alguien le dijo que eran pocos reporteros y que algunos eran cuates y no le molestarían y por eso decidió salir a la calle y tomó por 5 de Mayo. Hablaba al teléfono en su Iphone de 15 mil pesos, sus achcichincles lo cuerpeaban y los reporteros lo seguían y grababan con sus cámaras.

 

Cruzó Iturbide y era seguido por los reporteros que esperaban que terminara su charla telefónica, pero no lo hizo sino hasta que llegó a un auto; un oficioso le abrió la puerta y se metió en el preciso instante que una reportera le preguntaba ¿por qué no da la cara?

 

Pues bien, no da la cara por alguna de las ideas expuestas al inicio del texto, aunque tratándose de un diputado lo más seguro es que como diría el clásico camelense: “le faltan huevos”.

 

 

 

 

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