La estrategia mediática de la defensa legal de Rodolfo Ariel Acevedo Oliva empezó con el pie izquierdo. Bastó un par de horas para que el Procurador de Justicia, Federico Garza Herrera pusiera las cosas en claro al desmentir al abogado del presunto acosador sexual que minutos antes, había dicho en rueda de prensa que su cliente no ha sido notificado de ninguna denuncia.
No solo el procurador dijo que es obligación de la institución atender las demandas que recibe y hacerlo con apego a la ley, pues incluso en este caso, existe una “instrucción” directa del gobernador del estado, Juan Manuel Carreras López de que se investigue a fondo.
Por tanto, José Mario de la Garza Marroquín no debe desesperarse, habrá notificación y no para informarle que hay una denuncia en su contra sino para que comparezca y declare como parte de una averiguación previa que en estos momentos se está perfeccionando.
La estrategia de Acevedo Oliva de apelar a la lástima y de ahí a la ternura a favor del funcionario del Museo del Ferrocarril, decididamente de poco ha servido: no se trata de cantar himnos y hacer apología de una persona para con ello, deslindarlo de un probable hecho delictivo.
Es la justicia la que decide si Acevedo Oliva es un caballero sin mácula y libre de pecado, es primero el Ministerio Público y luego, en su caso, un juez quienes definen eso. Es decir, no está en manos de De La Garza Marroquín y amigos de Oliva decidir si es inocente o no.
Hay mujeres víctimas que han denunciado un actuar probablemente ilícito del funcionario y su palabra, de entrada, cuenta ya con el valor que representa su valentía para denunciar. Habría que recordar a los fanáticos o casi feligreses de Oliva que, en México por cada agresión sexual denunciado hay diez casos que se quedan en el silencio.
Por eso, las probables víctimas del director del Museo merecen respeto tener valor para denunciar algo en el país y en San Luis, es norma que se quede en el silencio.
“Siempre ha mostrado una hechura de caballero” y “de muy alta educación, correcta, decente, muy fina y con una familia excelente”, tales virtudes no describen a un Hidalgo sino a un presunto acosador sexual.