Por Antonio González Vázquez
¿En quién pone usted su seguridad física y patrimonial así como la de su familia?, o también ¿en quien confía más, en una deidad celestial o en las autoridades terrenales de carne y hueso, nombre y apellido así como cargo y mando?, o bien, ¿le interesa poco menos que nada su seguridad puesto que sabe que en algún momento tendrá que morir porque nadie es eterno?
El arzobispo de San Luis Potosí, Jesús Carlos Cabrero Romero no se pone en manos del General Arturo Gutiérrez ni le confía su integridad al Jefe Lobo Celestino y mucho menos espera seguridad de Ricardo Gallardo Juárez que ni director de la policía municipal tiene.
En estos días, en estas semanas y en éstos meses y años de tanta violencia, el arzobispo sugiere que ante la impune escalada de la inseguridad y del delito, mejor habría que voltear hacia el cielo y no a palacio de gobierno o a palacio municipal.
Y no le falta razón en vista de que ni el gobierno estatal ni el gobierno municipal parecen tener respuesta cierta y eficiente al reclamo ciudadano por la seguridad, tan ineficiente uno como el otro, el gobernador y el alcalde.
El jefe de la iglesia católica no dudó en decir que se siente inseguro en la ciudad y en el estado. Es decir, se siente inseguro porque vive en un lugar inseguro.
La situación es tan lamentable en la entidad, ilustró el sacerdote, que San Luis Potosí está entre las diez ciudades de mayor delincuencia.
Por lo pronto, el arzobispo Cabrero Romero cuando piensa en pedir ayuda para protegerse de la inseguridad, no recurre a Carreras ni a Gallardo, recurre a la Divina Providencia porque es claro que en el estado, el crimen ha rebasado al gobierno en sus tres niveles.
Con independencia de si encomendarse a la Divina Providencia como hace todos los días el Arzobispo da buenos resultados y sin afán de catequizar a nadie, esta es la oración a la Divina Providencia:
¿Que me sucederá hoy, Dios mío? Lo ignoro. Lo único que sé es que nada me sucederá que no lo hayáis previsto, regulado y ordenado desde la eternidad. ¡Me basta esto, Dios mío, me basta esto! Adoro vuestros eternos e imperecederos designios; me someto a ellos con toda mi alma por amor vuestro. Lo quiero todo, lo acepto todo, quiero haceros de todo un sacrificio. Uno este sacrificio al de Jesús, mi Salvador y os pido en su nombre y por sus méritos infinitos la paciencia en mis penas y una perfecta resignación en todo lo que os plazca que me suceda. Amén.
Tal vez esto sea más efectivo que esperar algo del gobierno, para el gobierno no hay problema, es un tema de percepción y de libertad para opinar. No es que San Luis sea inseguro y violento, sino que cada quien tiene derecho a opinar si es así o no.
Cómo andan las cosas, amable lector, que ayer un policía fue ejecutado en Soledad de Graciano Sánchez, un grupo criminal anda en tareas de “limpieza” y las autoridades en la hamaca o de plano, inmiscuidos hasta el cuello.