Por: Antonio González Vázquez.
Dio inicio el ejercicio anual de simulación que cierra el ciclo de teatralidad que arrancó con la presentación del Primer Informe de Gobierno. En efecto, ayer los diputados arrancaron con la comparecencia de funcionarios estatales en una falsa concepción de lo que es la rendición de cuentas.
Históricamente, la glosa del informe del gobernador en turno, no arroja nada en materia de rendición de cuentas. La Glosa sirve para que un grupo de funcionarios públicos repita lo que dijo el gobernador en el informe.
Y lo peor, la glosa sirve para que los funcionarios e incluso los diputados, repitan la misma propaganda esparcida a través de los medios de comunicación en torno al informe ya la figura del gobernador.
Lo glosa es entonces solo redundancia, repetición de lo ya dicho y publicado; nunca un ejercicio de rendición de cuentas de parte de servidores públicos enemigos de la transparencia.
Es decir, la glosa es un acto inútil porque los servidores públicos a quien le rinden cuentas (a su manera), es al gobernador y no a la sociedad. No están dispuestos a abrir a la revisión pública sus actos ni sus programas ni nada.
Por eso, la glosa se puede convertir en un circo o bien en un acto de adulación al ejecutivo, pero nunca es un ejercicio de revisión rigurosa de lo hecho durante un año por parte del gobernador.
Según José Antonio Crespo, “la rendición de cuentas es un elemento esencial de las democracias. Supone la capacidad de las instituciones políticas para hacer responsables a los gobernantes de sus actos y decisiones, en los distintos niveles de poder. Eso permite, dentro de lo posible, evitar, prevenir y, en su caso, castigar el abuso de poder. El principio de la rendición de cuentas busca conciliar el interés colectivo con el interés particular de los gobernantes.
Si los gobernantes, funcionarios, representantes y líderes políticos -es decir, todos los que dispongan de algún poder político- saben que pueden ser llamados a cuentas, que su acción política, su desempeño gubernamental y sus decisiones podrán generar efectos positivos o negativos a su interés personal, tendrán mucho mayor cuidado en el momento de ejercer el poder, y atenderán tanto el interés colectivo como la relación de medios y fines en el quehacer gubernamental, precisamente para que el resultado de sus resoluciones no afecte o perjudique el interés general, o el particular de sus gobernados y representados”.
Esta claro que la glosa del informe de gobierno dista mucho de ser un acto de rendición de cuentas porque a decir verdad, ni siquiera los diputados saben qué es eso.
La tragicomedia empezó con las titulares de la SEDECO y SEDARH y pasó lo que tenía que pasar: nada.