Lo que nos faltaba: un gobernador simplificador, un gobernador que gusta de trivializar la realidad, que frivoliza; un gobernador banal de apreciaciones cortas. Eso es lo que nos faltaba. El anterior gobernador era soso, mediocre, furibundo y de una modestia más falsa que su propia palabra, era un gobernador plañidero que se paseaba acompañado de la soberbia, pero el de ahora, es un gobernador fútil, baladí y tan insignificante como su palabra.
Es de dar pena.
Cuando le preguntaron acerca de el amotinamiento de reos en la penitenciaría de La Pila dijo con olímpico cinismo que esos son hechos que suceden en todos los penales, luego entonces, para que considerar relevante algo que a su decir, suicide en todos los centros carcelarios de la nación.
En serio, eso es para dar pena.
Cuando le preguntaron sobre la deuda de 22 mil millones de pesos que recibió su administración de manos de Fernando Toranzo, el gobernador entono del todo pusilánime dijo que no hay problema, eso es normal, todo está justificado.
Dígame si no es para dar pena.
Cuando le preguntaron sobre si consideraría que la Casa de Gobernadores se ponga en venta por lo costoso que representa sostenerla, dijo que no, que le daría dando uso público y que en todo caso, en adelante anunciaría medidas reales de austeridad en el gasto.
Penoso, muy penoso el señor doctor.
Cuando le preguntaron sobre las dudas que despertaba la consulta ciudadana para el Plan Estatal de Desarrollo toda vez que de un día para otro aparecían miles de propuestas tras días de pobre participación, dijo que todo será evaluado y revisado y ya está.
Desde que Juan Manuel Carreras López es gobernador del estado, la narrativa del lloriqueo y del constante lamento de su antecesor; ha sido reemplazado por otro de una frivolidad extrema que raya en la irresponsabilidad.
Cuando se difundió que en San Luis Potosí las ejecuciones se sostienen y que hay robos y más robos, el doctor Carreras respondió que San Luis es una de las entidades más seguras del país. Sus respuestas insustanciales reflejan un gobierno que se empieza a moldear en el confort de las fotografías oficiales.
