Por: Antonio González Vázquez.
San Luis Potosí es un estado muy inseguro. No solo es que la gente lo perciba así sino porque los hechos hablan por sí solos. No es que se den oleadas criminales todo el tiempo, pero hay una constancia en la actividad delictiva que es como la gota de agua que erosiona la roca: con paciencia infinita la ve destruyendo.
Lo que muestra el Semáforo Delictivo respecto de la incidencia criminal en el estado durante el mes de mayo es eso, una frecuencia menor pero sostenida. El delito crece cada mes más y no hay nada que lo revierta.
Los ocho delitos del fuero común considerados en el Semáforo tuvieron la alerta roja porque en cada uno de ellos hubo un aumento con relación al mismo mes del año anterior.
Es decir, el delito no se detiene, se incrementa, avanza, crece, se agiganta. Su crecimiento es lento pero no se interrumpe.
Frente al mejor panorama que observa la entidad en materia económica, atracción de inversiones y generación de empleos, destaca ese aumento del delito que de no tomarse medidas más enérgicas puede dar al traste con la imagen que se tiene de entidad pujante pues está colocada entre las tres primeras en cuanto al desarrollo de su economía.
Los focos rojos del semáforo, deberían llamar la atención al gobierno estatal que parece estar simplificando el tema y en el peor de los casos, lo evade para hacer que no pasa nada y que en San Luis Potosí lo único que hay son buenas noticias.
Tal vez hoy o mañana el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de a conocer su medición de la incidencia delictiva del fuero común. El gobernador deberá estar muy atento a eso, para dar una lectura correcta al panorama presente. Lo cierto es que el problema se está saliendo de control y de parte del gobierno no se perciben acciones concretas que muestren lo contrario.
Lo mismo lo ocurrió a Guanajuato y ahora no pueden salir de la crisis.