Por Antonio González Vázquez
El desdén a la sociedad mostrado por los aspirantes al cargo de auditor superior del estado es para fundar serias dudas sobre su honorabilidad.
El desprecio de 24 de los 25 aspirantes a la convocatoria del Frente Ciudadano Anticorrupción, es también una afrenta a la sociedad porque se trataba de un ejercicio ciudadano ajeno a los partidos y al poder.
Esto dice mucho de la formación intelectual y civilista de los integrantes de la lista de candidatos. Han preferido cabildear y negociar con los diputados, han optado por mendigar su voto en lugar de aprovechar un foro neutral para socializar su deseo de buscar el cargo de auditor.
De los 25, solamente se presentó Luis Fernando Zavala Moreno, el resto probablemente estarían dispuestos a vender su alma al diablo por el cargo de la institución que procreó el engendro de la Ecuación Corrupta.
La actitud negativa de los candidatos a la Auditoría Superior del Estado, al rechazar la tribuna ciudadana, dan cuenta de que a ellos lo que les importa es el mandato de la clase política.
Tuvieron pavor a los cuestionamientos, sintieron miedo porque no están preparados para hacer frente a escenarios donde las cosas no estén bajo su control. El que se oculta es que algo esconde y esos 24, algo ocultan.
La Auditoría Superior del Estado está en la peor crisis desde su nacimiento y quienes la quieren dirigir no abonan en nada para empezar a levantar la institución del lodo en que se encuentra.
Lo previsible es que el futuro auditor será alguien del mismo perfil de Jesús Martínez Loredo. Les importa el poder y no la posibilidad de servir. Si se niegan desde ahora escuchar y dirigirle la palabra a la sociedad, ya en el cargo su soberbia será mayor.
Por cierto, no los iban a torturar, no los iban a amenazar ni a extorsionar; no los iban a secuestrar ni los iban a quemar en leña verde, solo los querían escuchar.