Por: Antonio González Vázquez.
Hoy se vence el plazo que se impuso el gobierno federal para normalizar el abasto de gasolina a San Luis Potosí. Prácticamente a una semana se iniciada la crisis de basto del combustible, son ya decenas de miles los afectados.
Y mientras que cientos y cientos de automovilistas perdieron ayer tiempo valioso en largas filas en espera de que les despacharan gasolina, el gobernador Juan Manuel Carreras andaba de fiesta.
Se subió al tren frívolo e irracional de los XV de Rubí. Viajó a la fiesta en helicóptero y saludó a la festejada como si se tratase de un asunto de Estado.
A donde no fue el gobernador es a las estaciones de gasolina a dar una explicación a la gente de lo sucedido, no fue a las gasolineras a poner calma y pedir a las personas, ya irritadas y desesperadas, que no bloquearan las calles.
Pero sí se fue a Villa de Guadalupe: la prioridad del gobernador es clara, primero la diversión y las relaciones públicas que sus obligaciones frente a la sociedad.
No hay de qué extrañarse, ese es el talante de Carreras, cuyo estilo de hacer las cosas dista mucho de asemejar al de un gobernador responsable y estricto con su propio quehacer.
Desde el pasado 21 de diciembre se dieron las primeras señales de que algo no funcionaba bien en cuanto al abasto de gasolina y desde entonces, al paso de las horas, el problema se convirtió en una bola de nieve que ha alcanzado dimensiones gigantescas.
Los días 22 y 23 tomaron forma dramática en buena parte de las gasolineras de la capital y de la zona aledaña a Soledad de Graciano Sánchez; las filas de automóviles se prolongaron de tal forma que se pensaría que había un plan de racionamiento del combustible, como si estuviéramos en guerra.
Para el día 24 ya se hizo el caos y prácticamente todas las estaciones o cerraron o dieron servicio parcial. Por cuadras había ya no solo automovilistas en espera, sino personas realmente encabronadas.
Fue hasta el día 25 por la tarde noche que el gobernador Carreras intentó ofrecer una explicación de lo que estaba ocurriendo. Tardía e inútil su presencia en la prensa para atenuar una crisis que también ha alcanzado ya a su gobierno.
En las gasolineras, los ciudadanos en infinita espera, saben y reconocen bien a los responsables del problema y seguramente lo harán notar en las próximas elecciones.
Carreras intervino fuera de tiempo y como si no lo hubiera hecho pues en la víspera de cumplirse el, plazo de 48 horas para regularizar el servicio, las cosas seguían igual sino es que peor.
Ayer, las largas filas se mantenían y desde las primeras horas de hoy, también.
El problema naturalmente es de Petróleos Mexicanos y del Gobierno Federal, pero ante la contingencia, el actuar del gobernador Carreras y de su administración ha dejado mucho que desear.
No estaría mal que gente cercana a Carreras se de una vuelta a las gasolineras para que conozcan lo que la gente piensa del gobernador y seguramente se van a asustar.
Un funcionario de nombre Carlos Murrieta Cummings, titular de PEMEX Transformación aseguró ayer que “a San Luis llegó un tren cargado de producto para esa zona, desde la refinería de Madero y no han reportado ningún problema, no debería de haber ningún problema hacia delante”.
Ya también dijo que “el fin de semana hubo compras de pánico en bidones, que generaron un alza de hasta 40 por ciento de la demanda. En el caso de San Luis Potosí, llama la atención que se reportaron solo dos estaciones con suministro crítico, y aún así se estaban generando éstas compras de pánico”.
Vaya con ese tipo de funcionarios que no ven la realidad más allá de sus narices, bien visto, los que dan pánico son ellos, los de PEMEX y el buen Carreras.