Por Antonio González Vázquez
La organización civil Congreso Calificado publicó los resultados de la séptima evaluación trimestral al desempeño de los diputados del Congreso del Estado: los 27 resultaron reprobados.
La calificación más alta no llegó tan siquiera al cinco, fue de 4.7 y correspondió a uno de los cuatro diputados involucrados en el escándalo de los moches; José Guadalupe Torres Sánchez.
La calificación más baja estuvo muy peleada habida cuenta de la notoria mediocridad que hermana a muchos legisladores: Gerardo Limón Montelongo del PRI obtuvo un paupérrimo menos 0.6 de calificación.
En esos terrenos de la mediocridad, le siguió, José Ricardo García Melo del Partido Nueva Alianza (indudablemente una vergüenza para los maestros) con un raquítico menos 0.1.
De la mano de de tan anodino profe, está el panista y gris presidente de la Junta de Coordinación Política, Jorge Luis Díaz Salinas con 0.0
Son los tres del fondo de la tabla de calificación de Congreso Calificado o, lo que es lo mismo, los tres peores de entre los más malos y mediocres.
En siete evaluaciones realizadas por esa organización con el apoyo de una metodología y claridad inatacables, los 27 diputados y diputadas han resultado reprobados.
Recién concluyó el período ordinario de sesiones y la evaluación es como un ramalazo más a la imagen de un grupo de políticos que se han encargado de erigirse en los seres más odiosos de San Luis Potosí.
Los escándalos de corrupción en que se han visto envueltos algunos de los diputados, el derroche y lapidación de los recursos públicos, su arrogancia y soberbia, pero principalmente, su pobreza mental y su casi ausente intelecto y cultura, los colocan en el sótano de los funcionarios públicos.
Se les desprecia, se les insulta, se les espeta, se les señala, se les acusa; no hay quien de un centavo por ellos, su fama pública hay que buscarla en la barandilla. Todos por igual, se han ganado la repulsa generalizada.
Es una lastima, pero aun faltan unos quince meses para que se vayan. Cuidado, son un peligro, si alguien pretende reelegirse, ubíquelo bien y no le vuelva a dar su voto, no lo haga, no lo haga.