Ayer, en un nuevo recital de perdones para simular que lo que hay en México es impunidad, el Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia se disculpó por la salvaje actuación de una agente de la Policía Federal que junto con militares, torturó a una joven de 21 años en Ajuchitlán del Progreso, Guerrero. La línea ahora es pedir perdón para que vean en todo el mundo que en México no se toleran actos de tortura.
Han de creer en el gobierno de Enrique Peña Nieto que si piden perdón, todos sus pecados le serán perdonados. Bueno, eso es lo que seguramente creen, por lo que es muy probable que en adelante, en vez de procurar Justicia, se hará llover mil perdones del cielo.
Imagínese el rosario de perdones en San Luis Potosí.
Manuel Fermín Villar Rubio, rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí pedirá perdón público a Diego y a su familia porque en un momento de debilidad, responsabilizó a la mamá del menor de ser la responsable de que no le dieran la presea Plan de San Luis. Pediría perdón también a nombre de Armando Mariscal y con lágrimas y voz entrecortada, dirá que hechos como ese, no volverán a suceder en su rectorado.
Ricardo Gallardo Juárez, Presidente municipal de San Luis Potosí dará disculpa pública a todos los potosinos por burlarse de la inteligencia de los capitalinos con el cuento de Sandra Sánchez Ruiz. Pedirá perdón por sus empleados de confianza por gastarse 34 millones de pesos en medicamentos. Dirá lo siento mucho, pero actos tan viles como ese, jamás volverán a ocurrir. Se dará golpes de pecho y al pedir perdón a los capitalinos ofrecerá regalar medicamentos a quien lo necesite. Ya no se los vamos a comprar Sandra Sánchez Ruiz sino al doctor Simi.
Rodolfo Ariel Acevedo Oliva, director del Museo del Ferrocarril, se postrará suplicante sobre las ruinas de ese museo y se arrepentirá de sus libidinosas miradas y sus sucias manos sobre las trabajadoras. Se disculpará con hombría puesto que eso es lo que le sobra y se comprometerá a calmar con hielitos sus carnales deseos. Pedirá disculpas una y otra vez puesto que, dicen las malas lenguas, que si las acosadas se llegaran a reunir, formarían toda una romería como las que el día 12 de diciembre caminan al Santuario de Guadalupe.
Federico Garza Herrera, procurador de justicia (bueno, eso dice su cargo) contrito, se disculpará con doña Socorro Ruiz Medellín, madre de Diego, por la inconmensurable ineficiencia del Ministerio Público. Al borde del llanto, le dirá que él también tiene hijos y que por eso conoce de su dolor: no se preocupe, pero le aseguro que sino es en otros nueve meses, quizá en nueve años sepamos que pasó con su hijo que dicen que murió ahogado por la negligencia de unos empleados de la universidad.
Rigoberto Garza de Lira y Óscar Kalixto Sánchez, ambos magistrados del Tribunal local electoral, le pedirán perdón a la magistrada Yolanda Pedroza Reyes por todas las molestias que le hubiesen causado por su bronca, misógina y machista actitud. De paso, le pedirán perdón porque lo que en realidad piensan de ella es algo más cabrón de lo que ella cree pero que en todo caso, se arrepienten de ello.
Los 27 diputados en pleno se disculparan con los potosinos por ser tan poca cosa, pero como en efecto, son tan poca cosa, los ciudadanos ni les harán caso.
Y por no dejar, el gobernador Juan Manuel Carreras López se disculpará con todos los potosinos, de manera especial con los indígenas por traer la prosperidad, la dicha y felicidad tan pronto, hasta el más ñoño se da cuenta que San Luis Potosí es ya la envidia del mundo.
Se aceptarán sus disculpas y todos se preguntarán: Si en seis meses ya logramos ser envidia del mundo, ¿Hasta dónde no podremos llegar en seis años?