Por Antonio González Vázquez
Ejemplo contundente e irrefutable de la alta inseguridad que prevalece en el estado es el caso de las 32 víctimas del asalto al autobús número 9536 de Transportes del Norte.
Los discursos y la retórica oficialista salen sobrando porque los hechos no requieren de mayor explicación.
Dos sujetos prácticamente secuestraron el autobús luego de que salió de la terminal de Matehuala y amagaron arma en mano al operador y pasajeros.
Les quitaron todas sus pertenencias y en el kilómetro 74 del tramo Matehuala-San Luis, descendieron de la unidad y huyeron.
La unidad había salido de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el domingo y su destino era la ciudad de México. Cerca de las nueve de la noche, los ocupantes de los asientos 25 y 26 se levantaron, sacaron sus armas y despojaron de sus bienes a los pasajeros.
De los 32 pasajeros, solo uno presentó denuncia, lo que habla del alto grado de desconfianza en las autoridades.
Hace apenas unas semanas se perpetró un asalto masivo en la calle de Coronel Romero cuando unos sujetos armados irrumpieron en un domicilio y despojaron a 40 estudiantes de sus pertenencias.
Entonces, de la autoridad tanto estatal como municipal solo hubo pretextos y el ambiguo ofrecimiento de que se mejoraría la vigilancia para que casos como ese, no vuelvan a ocurrir.
Ahora es lo mismo, nadie se hace responsable de delitos tan agravantes como el ocurrido contra 32 personas. La Procuraduría General de Justicia reportó que ya abrió la carpeta de investigación correspondiente, pero claro, la Procuraduría y la Carabina de Ambrosio.