Por Antonio González Vázquez
De una vivienda en el ejido Puente del Carmen, municipio de Ríoverde, un grupo de delincuentes fuertemente armados dedicados al secuestro, sacaron con lujo de fuerza y con el estruendo de disparos, a un hombre de 28 años de edad. Lo subieron a una camioneta y se lo llevaron. Eso ocurrió durante la noche del jueves 9 de febrero. Tras la denuncia, se activó un operativo con diversas corporaciones de policía que en esta ocasión dio buenos resultados: dieron con los presuntos secuestradores y liberaron a la víctima.
Lo sorprendente no es solamente que la policía haya actuado tanta rapidez y con tan buenos resultados, sino que entre los secuestradores estaba un elemento de la Policía Municipal de Rioverde.
Peor aun, ese elemento estaba en activo, es decir, su deber era colaborar en la seguridad de los ciudadanos y en vez de eso se sumó como cómplice a los plagiarios.
¿Cuántos de los 7 mil 132 elementos de policía que hay en el estado forman parte de la delincuencia organizada?
¿Cuántos de los mil 069 policías que reprobaron el más reciente examen de control y confianza tienen vínculos con los criminales?
¿Hasta qué niveles de mando de las corporaciones de policía llegan esos vínculos que los convierten en parte de células criminales?
¿Cuál es la dimensión de la infiltración criminal en las fuerzas de policía estatal y municipal?
¿A quién sirven los policías, a la sociedad o a los delincuentes?
¿De qué tamaño es el compromiso policial con los secuestradores, extorsionadores y asesinos?
¿El caso de ese agente municipal secuestrador en Ríoverde es acaso una excepción o es uno entre decenas o cientos?
Algunas de esas preguntas las podrían haber contestado los secuestradores, pero huyeron.
Quien si las puede responder es el secretario de Seguridad Pública, Arturo Gutiérrez y también el director de la Policía Ministerial, José Guadalupe Castillo Celestino, también el Procurador de Justicia, Federico Garza.
Pero también los 58 presidentes municipales con sus respectivos directores de Seguridad y sus comandantes.
Esto del policía secuestrador de Ríoverde parecería ser una buena noticia porque lo detuvieron y el plagiado fue liberado, pero en realidad es una mala noticia puesto que pone en evidencia la clase de policías que tenemos en la entidad.
Es ahí donde crece y se potencia la percepción de inseguridad, cuando son servidores públicos los presuntos delincuentes.