Carta a López Obrador, enfermo de COVID-19

Por: Oswaldo Ríos
Twitter: @OSWALDORIOSM

Señor presidente, le escribo desde mi experiencia de haber sufrido esa terrible enfermedad y haberla padecido como lo han hecho millones de mexicanos de a pie.

Antes que nada, le deseo que la enfermedad sea benigna en sus síntomas y le recomiendo que se mantenga sereno, pues uno de los efectos más devastadores de la enfermedad es el daño mental.

Sé que es difícil no sentir zozobra cuando uno piensa que nuestro país tiene la tasa de mortalidad más alta del mundo. Por cada 100 personas contagiadas mueren 9, según un estudio de la Universidad Johns Hopkins.

Lo primero, es que usted debe tener plena certeza de que está contagiado. Para eso, va a necesitar una prueba PCR. Penosamente, México es el país de la OCDE que menos pruebas realiza, la Organización Mundial de la Salud reveló en agosto del año pasado que aquí solo se aplican 3 pruebas por cada 100 mil habitantes. Millones de mexicanos enfermos y angustiados sin saber a ciencia cierta si tienen COVID19, y lo peor, muchos de ellos contagiando a otros sin saberlo.

Ya sé que me dirá que usted no tiene que preocuparse porque en su caso le aplican pruebas gratis cada semana o diario, si le da la gana, y eso es una bendición. Sobre todo, si consideramos que muchos mexicanos tienen que pagar la prueba en un laboratorio privado, la cual cuesta de 2 mil a 4 mil pesos, y como seguramente ya lo hizo, hay que aplicársela a toda la familia lo cual implica gastar hasta 10 mil pesos solo para saber si se tiene la enfermedad.

Ya ni le digo que sería recomendable conseguir la consulta de un especialista, hacerse una tomografía, practicarse estudios de sangre y tener el acompañamiento médico pertinente, es decir, todo lo que es inaccesible para la inmensa mayoría de los mexicanos, pero le repito, eso mejor ni se lo digo, porque seguro otra vez va a atenderse con los mejores médicos del mundo. Sí, esos que vienen de Estados Unidos solo a revisarlo hasta su casa.

¡Qué afortunado es usted presidente! Cuando los mexicanos se enferman de COVID19 deben quedarse en sus hogares, pero casi siempre sin más apoyo que paracetamol y sin más asistencia médica que las recomendaciones de vecinos o familiares y amigos que han tenido la enfermedad y haciendo oración para que no se complique.

Llegamos a la cuestión crítica. Como esta es una enfermedad traicionera, hay que estar atentos a la señal más importante: que su saturación de oxígeno no disminuya. Usted tendrá los mejores aparatos y médicos a un lado de la cama las 24 horas, aunque tristemente hay mexicanos que ni siquiera cuentan con un oxímetro y se percatan de la gravedad hasta que se quedan sin aire.

Eso es lo más delicado. Cuando baja la saturación, todos los médicos recomiendan tener un concentrador y/o un tanque de oxígeno, para apoyar al paciente en caso de una deficiencia respiratoria o si sobreviene la abrupta necesidad de trasladarlo a un hospital.

¿Sabe qué es lo malo? Que, si no tiene mucho dinero y lo quiere rentar, prácticamente es imposible, y si lo quiere comprar, un concentrador de 5 litros que el año pasado costaba 20 mil pesos, hoy vale de 30 mil a 40 mil pesos y eso si encuentra a alguien que tenga en existencia. ¡Qué bueno que en las clínicas de lujo donde usted se hospitaliza el oxígeno abunda!

Ese es otro tema. La disponibilidad de las camas. Como sabe, hay necios que han dado malos ejemplos a la población como no usar cubrebocas, no suspender actividades no esenciales como giras politiqueras, no guardar sana distancia, no besar niñas, no abrazar señoritas y ya ni hablar de esos cínicos que de plano se van de vacaciones en el momento más duro de la pandemia.

Tan irresponsable desparpajo ha provocado una saturación de los hospitales públicos y privados, a tal punto que hemos visto casos de personas que mueren en la calle, sin recibir apoyo médico y ante los desgarradores e impotentes gritos de dolor de sus familiares.

¿Se acuerda que decía que los funcionarios del más alto nivel en su gobierno se atenderían en el IMSS o en el ISSSTE? ¿Por qué ninguno, empezando por usted, lo hace? ¿Por qué prefieren las clínicas fifís a las que van las personas más ricas? Sus razones tendrán para despreciar a nuestro personal de salud público, pero déjeme decirle que, aunque a veces carecen de suficiente apoyo, nuestros médicos y enfermeras son héroes que dan todo (hasta su vida, somos el país con más alta mortalidad de personal de salud que atiende la pandemia), por salvar a nuestros enfermos.

Qué bueno que usted y sus funcionarios sí tienen para pagar tratamientos e internamientos en clínicas privadas que van de los 10 mil pesos hasta los 50 mil pesos diarios. ¿Cómo le hacen para pagar si se eliminaron los seguros de gastos médicos privados y les bajaron los sueldos? En fin, misterios de la vida de los izquierdistas que viven como burgueses.

El punto es que a los mexicanos no les queda más que rezar para encontrar un tanque de oxígeno por si tienen que trasladar a su paciente y rezar más fuerte para que haya una cama en el sistema de salud público. Un verdadero milagro.

¿Pero sabe qué es lo peor, presidente? Cuando la enfermedad nos arrebata a un familiar y después de todas las plegarias, los gritos al cielo, los esfuerzos y las noches sin dormir, de todos modos, la muerte se sienta a nuestra mesa.

Por eso nos da tanta rabia que haya cretinos que se ríen de la situación y mienten diciendo que “vamos bien” cuando nuestro luto dice lo contrario, o que haya políticos tan miserables que se ponen a jugar béisbol mientras en este país mueren 1,500 mexicanos cada día por coronavirus.

Y encima de todo, hay que pagar para enterrar a los fallecidos. De 10 mil a 30 mil pesos que terminan por extinguir el patrimonio de muchas familias que probablemente llevan semanas o meses sin ingresos porque el que está enfermo es el que salía a trabajar para llevar el pan a la mesa.

¿Y después de la tragedia qué? Pues nada, el gobierno mexicano es el que menos apoyo da a su pueblo para enfrentar al COVID19 (1% del PIB, cuando el promedio mundial es del 6% del PIB). Así que alguien más de la familia tendrá que tomar la estafeta para salir a trabajar y Dios quiera no contagiarse, porque la pesadilla vuelve a empezar.

De las vacunas ya ni le platico. También somos de los países que menos dosis aplican, a pesar de que salvan vidas y encima se les da preferencia a los “cuervos de la nación”, no a los médicos o a los adultos mayores. Son unos desalmados.

En fin, presidente López Obrador. Sinceramente espero que todo vaya bien con su enfermedad y que ser el mexicano con más privilegios le ayude a salir adelante de la mejor manera.

Es una pena que para millones de compatriotas tener COVID sea un infierno. ¡Cómo no! La enfermedad le pega distinto al gobierno rico y al pueblo pobre.

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