Ciudad de México (18 de noviembre de 2016).- Pensamos que para conocer una ciudad debemos mirar sus edificaciones, sus monumentos, específicamente las partes altas de estos. Sin embargo, si enfocamos la mirada a un metro del suelo conoceremos la otra cara de la metrópoli.
Es notorio que la Ciudad de México se hunde y esto se percibe más en el Centro Histórico. Las banquetas cambian de nivel pese a las múltiples remodelaciones. Hay construcciones más altas que otras. Existen edificaciones que a simple vista parecen niveladas, pero en sus entrañas guardan hundimientos.
El Centro Histórico es la zona más afectada por el hundimiento gradual de la capital. De acuerdo con datos de la Secretaría de Protección Civil, cada año la ciudad se hunde de dos a 30 centímetros dependiendo de la zona.
La dependencia registra que en los últimos 10 años el hundimiento se aproximó al metro de altura. Y, silenciosamente, durante el siglo XX la capital se situó 10 metros por debajo del nivel.
El urbanista Ángel Mujica refirió en entrevista para Letra Roja que “uno puede situarse en el corazón del Centro, en el Zócalo, y podrá darse cuenta de todas las irregularidades de la plaza. Al mirar hacia los inmuebles que la rodean, notará que Palacio Nacional está en una zona con mayor nivel de hundimiento; la Catedral Metropolitana parece encontrarse en un lugar alto, pero al mirar que está inclinada sabemos que esto es engañoso”.
Antecedentes.
Las afectaciones del hundimiento del Centro Histórico se hicieron más evidentes cuando se detectó una grieta en la Catedral Metropolitana en 1981. Sin embargo, desde el siglo XVI la ciudad presenta este fenómeno dado a que se asentó en una zona lacustre formada por cinco lagos, explica Patricia Aguilera Jiménez en su libro Catedral Metropolitana, Hundimiento y Rescate.
Las edificaciones de la ciudad se hunden porque el subsuelo es blando y tiene grandes mantos acuíferos, es decir, se hunde por el reblandecimiento del suelo o por la extracción de agua para consumo, el cual representa más del 70 por ciento de agua que se consume, de acuerdo con Aguilera Jiménez.
Sin embargo, la metrópoli no se hunde al mismo ritmo. El hundimiento es diferencial. Este tipo de hundimiento hace que las construcciones se agrieten o fracturen, pues unos lados de los edificios se desplazan, giran, se deslizan más que otros.
Fuente: Publímetro.
