Centinela: 10 de abril de 2022

Antonio González Vázquez

El próximo domingo es 10 de abril y hay que participar en la Revocación de Mandato.

Se trata de un ejercicio de participación ciudadana jamás realizado en México: a la mitad del sexenio, las y los ciudadanos definirán con su voto la permanencia del presidente de la república; se va o se queda.

Ejercicio propio de una democracia participativa que obliga a atender con responsabilidad cívica y política.

Se trata de ejercer el derecho a votar. Hacerlo con plena conciencia y libertad. Se trata de una figura inédita que debe ser honrada con una participación masiva.

La Revocación de Mandato es indudablemente un cambio de fondo porque el gobernante, bajo el escrutinio de la sociedad, se somete a la voluntad de la gente.

Una de las propuestas de campaña, del entonces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, fue que de ganar, promovería la Revocación de Mandato. Ahora, esa consulta está a días de celebrarse.

El mismo día uno de diciembre de 2018 cuando asumió la presidencia, organizaciones opositoras ya lo calificaban como “dictador” y “sátrapa”.

Desde entonces, la oposición ha construido una narrativa destructiva que en momentos raya en el odio, el desprecio, el desdén y el insulto. La campaña negativa contra el presidente no ha cesado desde el inicio del sexenio.

Esa campaña ha encontrado un amplio foro en la mayor parte de medios de comunicación que ha sido tribuna de periodistas, comentaristas y opinadores que lanzan toda suerte de señalamientos, las más de las veces, infundados.

La oposición habla a diario del fracaso presidencial, lo ningunean, lo llaman “viejito”, celebran que “ya está acabado”, que “no da más”; lo ridiculizan y se mofan incluso por su modo de hablar o de vestir.

Han intentado polarizar a la población para hacer ver que la realidad política en el país es de hartazgo de un gobierno “populista”, “fascista”, “comunista” y “demagogo”.

Esa narrativa de una oposición “moralmente derrotada”, sin embargo, ha sido incapaz de deteriorar la imagen presidencial. Su agenda política ha sido inútil porque nace de la víscera y el desprecio.

Los partidos de oposición en franco declive y sin proyecto de nación, optaron por estar en contra de todo.

López Obrador ganó en 2018 con más de 30 millones de votos y hoy, de acuerdo con estudios de diversas casas encuestadoras, tiene una aceptación que va del 58 al 72 por ciento.

Aunque ha enfrentado situaciones difíciles en su administración, el bono democrático que lo llevó a la presidencia parece estar intocado; su base de simpatizantes continúa fiel e inalterable.

Su gobierno orientado a los pobres ha logrado que la mayoría se identifique con la cuarta transformación. Obras, apoyos y proyectos en favor de sectores de la población antes olvidados han hecho posible que el obradorismo se consolide como se demostró en las elecciones intermedias de junio de 2021.

Hay muchos temas en los que aún no hay solución, como la inseguridad y la violencia, especialmente en el caso de las mujeres; el combate a la corrupción ha sido insuficiente, la economía no crece al ritmo necesario, subsisten frentes abiertos de problemas que no terminan por cerrarse.

Pese a eso, la percepción ciudadana es a favor del presidente.

De lo que se trata, es que el próximo domingo, las y los ciudadanos definan si López Obrador se va o se queda, a partir del análisis razonado respecto de si ha cumplido o no, si se confía en él o no.

Lo importante es emitir el voto porque se trata de sentar un precedente para el futuro.

“No coman ansias”, dijo el presidente reiteradamente a la oposición.

En octubre de 2020, en una gira por el estado de Chihuahua, López Obrador envió el mensaje a los opositores: “Los que no nos quieren porque quieren conservar el régimen corrupto, de injusticias, de privilegios, esperen la Revocación de Mandato”.

Ya llegó la fecha. Es este domingo.

Veamos de qué tamaño es la oposición.

Para quienes piensan votar por la opción de que López Obrador se vaya; está bien si su decisión es razonada, no sustente su voto en el lenguaraz de Vicente Fox quien ha dicho que hay que votar contra el presidente “por mamón y sangrón”.

Francamente, qué pena dan. 

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