Antonio González Vázquez
El año 2021, es el año en que La Gallardía llegó al poder. Así quedará sellado, igual que cuando el PRI perdió por primera vez la gubernatura en el 2003.
En mayo de 2019, ese grupo político se apoderó del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y le bastaron dos años para convertirse en la fuerza mayoritaria en el estado.
Bajo el liderazgo de José Ricardo Gallardo Cardona, en las elecciones del 6 de junio, se alzaron con un triunfo cuestionado por la forma, pero contundente en los resultados.
Se unieron PRI, PAN, PRD y PCP y no pudieron.
La coalición “Sí por San Luis” se quedó en la orilla; los derrotaron en la campaña, en las urnas y en los tribunales.
En camino a los primeros cien días de gobierno, La Gallardía ha mostrado mano dura con los adversarios y con la anterior administración de Juan Manuel Carreras López.
Sin contemplaciones, dirigió sus baterías institucionales y políticas en contra de su enemigo público número uno: Francisco Xavier Nava Palacios, a quien el Congreso del Estado sancionó con inhabilitación de 18 años para ejercer cargos públicos.
El ex alcalde había sido el principal crítico de La Gallardía y personalizó su postura en contra del actual gobernador y su padre, Ricardo Gallardo Juárez, a quién denunció ante la Fiscalía General del Estado (FGE) y Fiscalía General de la República (FGR).
A través de aliados en medios de comunicación, activó una estrategia de linchamiento a La Gallardía al acusarlos de ser una organización criminal dedicada a hacer negocios con los recursos públicos.
El gobernador se desquitó aún a riesgo de parecer arbitrario o autoritario. El poder se ejerce y así lo hizo Gallardo Cardona con su enemigo.
El arranque de la administración 2021-2027 es singular por la forma y estilo de hacer las cosas, de modo que el mandatario todos los días llena la agenda informativa, así como el imaginario colectivo.
Puede ir de la ocurrencia al arrebato, al acto que desacraliza la investidura de gobernador, como cuando se puso a bailar con reclusas en la penitenciaría del estado a las que ofreció una posada en la que comieron pizza.
Puede caer en el ridículo, como en el caso del árbol de navidad, “el más grande de América Latina”, o puede mofarse de sus críticos o incluso, hacer sorna de actores políticos.
Lo cierto es que el gobernador está en todos lados; tiene claro que el poder se ejerce.
El año 2021 que vive sus últimos días, es de nuevo el del miedo, la zozobra, la incertidumbre. El año del pesar generalizado que resulta de la frecuente actividad criminal.
Cerrará con más de mil homicidios, 60 por ciento de ellos, dolosos.
Superará el total de denuncias por delitos del fuero común; sin contabilizar los delitos de diciembre, ya se superó la cifra del año anterior que fue de poco más de 45 mil.
2020 cerró con mil 091 víctimas de homicidio, 732 fueron dolosos y la mayor parte de estos, relacionados con la delincuencia organizada.
La Gallardía ofreció a los potosinos vivir sin miedo, pero en los primeros meses del nuevo gobierno, ese miedo no se ha desvanecido.
La tarea que se tiene es compleja, es complicado lograr resultados positivos en el corto plazo, lo que falta saber es ¿hasta cuándo?
El año que se extingue fue el año de la vacunación contra el virus por COVID-19. Se logró contener el contagio masivo, alcanzamos el semáforo verde y la sociedad recuperó cierta tranquilidad y esperanza.
Pero de nuevo estamos en riesgo por las nuevas variantes que han surgido. Para los primeros meses del 2022 se espera una oleada de contagios y decesos, pero por ahora, lo más significativo ha sido la enorme participación de la ciudadanía en la vacunación.
En ese sentido, destacó de nuevo la solidaridad y voluntad de servicio del personal de las instituciones de Salud; los héroes y heroínas que continúan en la línea de batalla contra el bicho.
Ha sido sin duda un año muy difícil para todos.
Esperamos que el que sigue sea mejor.