Antonio González Vázquez
Este viernes 5 de marzo inician las campañas de los nueve candidatos a la gubernatura y durante tres meses cada cual presentará su oferta política a una ciudadanía que guarda una profunda desconfianza en políticos y partidos.
Esa desconfianza ha crecido hasta transformarse en repulsa que no puede olvidarse de un día para otro. El grueso del electorado percibe a partidos y candidatos con más recelo que confianza.
Se les ve con sospecha, no con esperanza. Hay una cierta expectación que el arranque de campaña es insuficiente para despertar la ilusión de que al término del proceso electoral se podrá ver un mejor horizonte para San Luis Potosí.
Hay nueve candidatos y, de éstos, de acuerdo con diversos estudios demoscópicos realizados por variadas casas encuestadoras, únicamente tres tienen posibilidades de triunfo.
Mónica Liliana Rangel Martínez por el partido Movimiento de Regeneración Nacional, con una distancia mínima, arrancará campaña a la cabeza de la preferencia electoral; le sigue César Octavio Pedroza Gaitán de “Sí por San Luis” y, luego, José Ricardo Gallardo Cardona, del Partido Verde.
Esa es la última imagen de los sondeos; la distancia entre unos y otros no es mayor de dos dígitos.
Donde sí hay dos dígitos de diferencia es en la población consultada que ha dicho que no tiene aún definido el sentido de su voto: del 19 al 27 por ciento, se estima el electorado indeciso por preferencia partidista o por candidato.
En el arranque de las campañas, los candidatos seguramente tendrán en mente eso, lo que supone el armado de una estrategia definida para llegar a esa porción del electorado que no tiene claro por quién votará.
El 7 de junio de 2015, Juan Manuel Carreras López, candidato del PRI-PVEM-PANAL, ganó la elección con 380 mil 180 votos, lo que representó el 35.65 por ciento de la votación emitida. Superó con apenas 2.67 por ciento a Sonia Mendoza Díaz, candidata del PAN.
Ese escenario se puede repetir de nuevo: habría ganador con una diferencia marginal.
A diferencia del 2015, para este 6 de junio, la competencia no es solo entre dos. Hace seis años, Morena no es hoy lo que era entonces. En aquellos comicios, Sergio Serrano Soriano, candidato del naciente partido de Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 25 mil 715 votos.
De seis candidatos en 2015, Morena quedó en quinto lugar.
Hoy la escena es totalmente distinta: Morena es el partido a vencer.
Arrancan campaña, etapa del proceso en el que se define todo. Hace seis años, según las encuestas, Carreras López inició con una ventaja de 6.9 por ciento sobre Sonia Mendoza, pero al término de la jornada electoral, se redujo a 2.67.
Las campañas que logren impulsar los candidatos y sus partidos son importantes en términos de la definición del voto de un amplio espectro ciudadano ajeno a los partidos.
En las campañas participan militantes y simpatizantes, el voto duro de cada partido. En esa premisa, los partidos que llegan sólidos y unidos a las campañas, tienen ya una cierta ventaja, no así aquellos que inician fracturados, divididos, por no decir, rotos.
De los tres aspirantes con posibilidades de triunfo, Octavio Pedroza es quien arranca en el peor de los momentos. Su candidatura generó tal sacudida en el PAN que dos de sus adversarios en la interna, están ahora en otros partidos y junto con ellos, se han fugado miles y miles de votos potenciales. Es el caso de la candidatura de Xavier Nava por Morena a la alcaldía capitalina que le restará a “Sí por San Luis”, decenas de miles de votos.
Mónica Rangel y Morena se dieron a la tarea de apagar los fuegos encendidos por su postulación; en la víspera de su arranque de campaña ha recuperado el aire y ha sorteado la guerra sucia emprendida en medios de comunicación por priístas resentidos, que apenas se han quedado con algunas migajas del pastel.
Ricardo Gallardo Cardona, en cambio, arrancará en un escenario favorable a todas luces: Sonia Mendoza, es ahora secretaria de Organización del PVEM tras desertar del PAN, mientras que ex candidatos de Morena y del PAN, lo son ahora por la denominada Gallardía.
Viernes 5 de marzo, día de arranque de campañas de los candidatos a gobernador, día en que se empezará a escribir una historia que tendrá como cierre culminante la jornada del 6 de junio.
Pero aún hay mucho por ver, digamos por ejemplo, imposible de saber qué ocurriría con “Sí por San Luis” y Octavio Pedroza en caso de que el Tribunal Federal Electoral, al resolver el Juicio para la Protección de los Derechos Electorales del Ciudadano, promovido por Xavier Nava, decida anular la elección interna del PAN de la que Pedroza salió electo.
Ese juicio está pendiente de resolverse, lo cual debe tener a medio dormir, por no decir que en un insomnio insoportable, a las dirigencias y candidato del PRIANRD.
De los tres en punta, el panista, hoy aliado de priístas y perredistas, es el candidato más endeble, tan es así que su viabilidad depende del TRIFE.
Para documentar el pesimismo en torno al PRIANRD: Dante Delgado, líder nacional del Movimiento Ciudadano vaticinó ayer que por esa oposición, “los mexicanos conscientes no van a votar”.
Cierto, es una alianza construida con los partidos que representan, más que ninguno otro, la corrupción, el abuso de poder y la impunidad.
Arrancan las campañas y con ello se viene un auténtico tsunami de propaganda, un día sí y el que sigue también. Cada cual se venderá como “producto milagro” capaz de resolver todos los problemas habidos y por haber en la entidad.
La mar de eventos proselitistas, discursos, arengas y un caudal interminable de promesas, esto, aderezado con la infaltable guerra sucia a la que apelan los partidos y equipos de campaña para desprestigiar al contrario.
En el contexto de la emergencia nacional por COVID-19 y de una percepción social de creciente desconfianza en los partidos y sus políticos, investidos hoy como candidatos, el arranque de las campañas no es algo para despertar el entusiasmo en el proceso, mucho menos para animar el fervor cívico por ir a escuchar a los candidatos y al final, para ir a votar.