Antonio González Vázquez
Algo les impresionó, algo inesperado o extraordinario. Tienen cara ¿Qué es eso?
Mediodía del viernes. Centro de Convenciones de San Luis Potosí. Un gobernador azorado, un secretario General de Gobierno impávido, y un secretario de Finanzas asombrado.
Juan Manuel Carreras López, Jorge Daniel Hernández Delgadillo y Daniel Pedroza Gaitán observan algo que debió ser muy singular.
La imagen forma parte de un paquete de fotografías que publicó José Ricardo Gallardo Cardona en sus redes sociales. Recién había concluido el acto con el que el gobernador saliente hizo entrega de Libro Blanco del proceso Entrega-Recepción de la administración estatal.
Carreras y Gaitán llevan sus manos los cubrebocas que portan como si lo estirasen para cuchichearse algo entre sí. Hernández Delgadillo parece que ni los ve ni los oye y permanece atento a aquello que inquietó a sus colegas del gabinete que se extingue.
Ya se van y parece que están viendo algo muy desagradable que se está cocinando en su contra.
Enseguida de que el gobernador electo publicó las fotografías, surgieron las reacciones de sus simpatizantes.
En la cuenta de Facebook, Blanca López escribió: “Que los metan presos por bandidos, sinvergüenzas”.
Miguel Hernández, dijo: “Saben que van a dejar un desastre y se van con los bolsillos repletos”.
Gallardo Cardona posteó: “recibimos los famosos libros blancos, donde se da por finalizada de la entrega-recepción, donde en días posteriores daremos cuenta a los potosinos de la situación financiera del gobierno de San Luis Potosí”.
En la imagen, los secretarios y el gobernador, ponen cara de: ¡Que alguien nos explique!, solo ellos saben de qué se sorprendieron.
Los reporteros que cubren habitualmente la fuente del gobernador seguramente se habrían dado cuenta del motivo que despertó el azoro de Carreras y compañía, pero no pudo ser así, pues los equipos de prensa de los gobiernos saliente y entrante decidieron negar el acceso a las y los periodistas.
El poder público es algo que marea, ensoberbece y también envilece, de modo que dejar el poder, representa un shock del que pocos se recuperan y salen indemnes.