Antonio González Vázquez
En San Luis Potosí se ha cruzado una frontera invisible y estamos ante el horror en toda su brutalidad, de modo que la descomposición y decadencia social provocan actos bestiales tan estremecedores como inhumanos.
Un sujeto habría asesinado a golpes a dos infantes, una niña de cinco y un niño de 11 años de edad; echó sus restos en bolsas y las ocultó en el cuarto de una vivienda en la Delegación de Villa de Pozos, municipio de la capital.
¿Cómo puede haber gente capaz de hacer algo así?
Es el horror mostrando el lado más oscuro en una sociedad donde se han perdido los valores morales más elementales.
Deberíamos estar hondamente conmocionados ante un crimen de tal atrocidad. Es la crueldad de un hombre que con frialdad mató a golpes a dos hijos de su pareja y luego intentó ocultar su crimen.
No hay respeto a la vida.
La violencia familiar cubre cual plaga nociva los hogares potosinos y pareciera que nadie se da cuenta de eso. En casa ocurren cosas indecibles e inhumanas donde el amor ha sido desplazado por las agresiones y el odio.
La tragedia de lo ocurrido durante los últimos meses en una modesta casa del fraccionamiento La Campiña, así lo acredita. Ni cariño, ni afecto, solo golpes y muerte.
Mientras en la capital del Sí publicitan sin descanso que aquí soñar sí es “PoSíble”, impera la prolongada pesadilla de la violencia, una violencia inexplicable cuando se trata de la propia familia a la que se habría que proteger y querer.
El más reciente reporte de Incidencia Delictiva del Fuero Común, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, da cuenta de que de enero a julio del año en curso en la entidad se acumularon 5 mil 243 denuncias por violencia familiar.
En la capital potosina, donde un sujeto de 47 años de edad mató a golpes a dos de sus hijastros, en julio pasado, se presentaron 371 incidentes de violencia familiar.
En el período enero-julio, en el municipio de San Luis Potosí sumaron 2 mil 354 denuncias presentadas. El mes con más casos fue mayo con 400.
Todas y todos deberíamos estar conmocionados, pero las autoridades de los distintos niveles de gobierno deberían estar más que preocupados y poner coto a tan grave problema del que, dicho sea de paso, pareciera se han desatendido.
¿Dónde están las instancias de protección a la familia?, ¿dónde están los resultados de sus estrategias y acciones institucionales?
Iker Axel y Aranza fueron asesinados cruelmente; su victimario vivía y dormía tranquilamente bajo el mismo techo de la casa donde ocultó sus cuerpos.
El relato de los hechos a partir de las declaraciones de la madre de los menores es espeluznante: el día 5 de enero, el padrastro mató a Iker Axel y el 29 de mayo a Aranza. Los asesinó a golpes. Escondió un cuerpo embolsado en una caja dentro de clóset y el otro, lo echó en un tambo.
Con frialdad, el asesino de vez en cuando entraba a la habitación que tenía bajo llave para que nadie pudiera entrar y echaba paladas de cal para evitar el fétido olor de los cuerpos pútridos, pero el aroma de la muerte es inocultable.
Durante la madrugada del sábado 3 de septiembre, unos vecinos llamaron a la policía municipal para reportar que, de una casa en la calle Hacienda de Gogorrón, algo habría ocurrido pues se podía percibir el olor a cosa podrida.
Angelina, la madre de las víctimas, le dijo a la policía lo que venía ocurriendo en casa durante los últimos meses: dos hijos asesinados, un bebé de un año hospitalizado y una niña de nueve viva, pero probable víctima sexual de su pareja.
Es el horror más crudo y descarnado.
El martes 30 de agosto, fue el último día en que Angelina vio a su pareja, un tal Eduardo de 47 años de edad.
La policía lo busca, la madre está detenida por el presunto delito de inhumación ilegal; sus dos hijos sobrevivientes al maltrato están bajo resguardo de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.
¿Cómo es que hemos llegado a estos niveles de violencia?
Algo deberán hacer y pronto, desde Gobierno del Estado y los ayuntamientos para atender ese cáncer que representa la violencia familiar.
Recientemente fue publicada la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021: en octubre del año anterios, la prevalencia de violencia en los hogares fue de 41.7, pero a través de la vida, alcanzó 68.6 por ciento.
Las víctimas, mujeres, niñas y niños, así como personas de la tercera edad.
En los hogares hay tipos muy violentos, las estadísticas así lo confirman y tristemente, la sociedad y las autoridades se percatan de eso hasta que se presentan hechos mortales como en Villa de Pozos, en la “Capital del Sí”.
Quienes gobiernan están en otros asuntos, su tiempo y cargos los ocupan para otras cosas y no de aquello que es un peligro real para la población. Andan en grillas propias de politiqueros sin compromiso social en aras de mostrarse poderosos, mientras que la descomposición social crece incontenible.
Al miedo de andar en las calles se suma el que acecha en casa.
Servir para proteger y vivir sin miedo son algo que carece de significado para una comunidad asolada por la violencia, venga de lo criminal o del mismo seno familiar.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias NOTIMEX, La Jornada y Milenio.