Antonio González Vázquez
A un año de las elecciones presidenciales, San Luis Potosí tendrá su propia batalla local.
La elección más grande de la historia en México, pondrá a prueba en el estado al gallardismo que, por primera vez, irá a la contienda desde el poder.
En su partido, el Verde Ecologista de México, no se percibe fisura alguna, por el contrario, se muestra sólido y en constante crecimiento.
La suma de alcaldes y alcaldesas ha ensanchado espacios para sumar 33 ayuntamientos bajo tutela gallardista.
Mantienen una campaña de afiliación casa por casa en municipios de todo el estado, extienden sus redes a través de comités en colonias y comunidades, sus brigadistas no descansan y siguen la misma ruta de los promotores de programas sociales de la Secretaría de Desarrollo Social y Regional.
Tienen comités municipales en los 58 municipios, cosa nunca antes vista en ese partido que hasta hace unos años era poco menos que nada.
Las elecciones de 2021 colocaron al Verde como la primera fuerza electoral del estado y sobre esa base arman una estructura poderosa.
La designación del diputado Eloy Franklin Sarabia, de formación gallardista desde que ese movimiento era minoría y uno de los más cercanos al gobernador José Ricardo Gallardo Cardona, es clave en el propósito de cerrar la pinza gobierno-partido.
Sus objetivos son dos: en el plano federal, ganar las elecciones presidenciales en San Luis Potosí y por extensión, triunfar en las de senadores y diputados federales y, a nivel local, alzarse con el triunfo en la mayoría del Congreso del Estado y ayuntamientos.
Cumplir objetivos como esos, siempre será menos complicado cuando se tiene la gubernatura y la mayoría de los municipios.
En ese sentido, el Verde tiene la ventaja. El gallardismo está frente al mejor de los escenarios y luce dispuesto a fundar una hegemonía duradera.
En este momento da la impresión que pueden ser muchos años.
Habrá quienes lo celebren y quienes lo lamenten.
Lo cierto es que Gallardo Cardona gobierna para potenciar al grupo que pasó de ser un grupúsculo desorganizado y sin ideario en Soledad de Graciano Sánchez a controlar la entidad con base a una estrategia populista y clientelar que le dio frutos más pronto de lo que habrían esperado.
El feudo soledense es hoy un reinado en el que el mandatario es figura central y ha creado un selecto grupo de allegados a los que ha repartido una porción de poder.
Tienen la mira bien puesta en sus dos objetivos electorales.
Hace unos días, el diputado federal, Roberto Alejandro Segovia Hernández arrancó en colonias de Matehuala, una campaña de entrega de paquetes de cebollas, jitomates y chiles. El legislador reparte las bolsas directamente en las casas o a la gente en las calles.
Ese legislador ya anunció que, para el Día del Padre, obsequiará cervezas para agasajar a los papás, para lo cual, tiene listos envases de caguama con etiqueta del “Jano”.
En el año previo a las elecciones de 2021, Ricardo Gallardo y su equipo, entregaban en colonias y comunidades de la huasteca kilos de pollo o cartones de huevos.
Para el gallardismo, la dádiva equivale a trabajo político, es labor de convencimiento.
Eso lo han hecho desde sus orígenes y ya lo empiezan a emprender a un año de las elecciones.
Es poca cosa por supuesto, ante las políticas públicas de la administración estatal, cuyo listado de ayudas lo encabezan las despensas o becas alimentarias.
Pero se trata de cerrar el círculo del partido y gobierno que están dispuestos a hacer lo más insospechado, como hizo el alcalde de Rioverde, Arnulfo Urbiola Román que organizó parrilladas en la plaza principal para quedar bien con la gente.
Mientras el gallardismo se prepara, la oposición luce desmadejada, dividida y en una parálisis desesperante.
Están de adorno.
Se niegan a realizar el trabajo político al que están obligados como opositores. No confrontan el ejercicio de gobierno pese a que hay múltiples asuntos y temas de interés general de los que tendrían que fijar postura.
Inexplicablemente han asumido una actitud de tibieza impropia de verdaderos opositores, se guardan lo que creen y piensan acerca del gobierno, comentan en corto y a baja voz para que no se sepa, murmullan y no se atreven a levantar la voz.
Súbitamente perdieron memoria acerca de la leyenda negra que acompaña al mandatario en turno, silenciaron señalamientos y acusaciones antes estridentes.
A un año de las elecciones no atemorizan a nadie. Ni el PRI ni el PAN se han pronunciado e incluso denunciado el nado sincronizado del gobierno y el Verde: uno afilia gente al padrón de programas sociales y el otro al partido.
El primer priista del estado, Enrique Francisco Galindo Ceballos es ninguneado por el gobernador una y otra vez y el tricolor ni sus luces.
Acción Nacional tan dividido como desde hace años, controlado por la corriente “azuarista” no va a ningún lado.
No hay oposición.
El gobernador y su partido tienen alfombra verde para el 2024.
La contundente derrota del PRIANRD en el Estado de México demuestra que se acerca a su extinción y revela una vez más, que esa alianza no tiene futuro.
El golpe al tricolor ha sido brutal e impactará en lo poco que queda de ese partido en todo el país, incluido San Luis Potosí donde los “revolucionarios” dan pena.
No hace mucho, Enrique Galindo había dicho: si el PRI gana el Estado de México, entonces, agárrense, iremos por todo en el 2024.
Así de perdidos andan.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.