Antonio González Vázquez
Ricardo Gallardo Cardona y Xavier Nava Palacios empezaron a pensar en la candidatura a la gubernatura desde el mismo 1 de julio de 2018 cuando arrasaron a sus adversarios.
Apenas asumieron sus cargos, uno como diputado federal y el otro como presidente municipal de San Luis Potosí, arrancaron a su manera el trabajo político para concretar su objetivo.
El ex alcalde de Soledad de Graciano Sánchez ganó el Distrito Electoral II con 82 mil 252 votos.
Xavier Nava Palacios ganó la presidencia municipal capitalina con 153 mil 892 votos.
En tiempo y forma, Gallardo y Nava le llevan la delantera a otros aspirantes a la candidatura a gobernador dado que utilizan los cargos de elección popular que tienen a favor de sus aspiraciones personales.
Pudiera decirse que eso no está bien, que no es democrático, pero políticamente es lo más natural, es lo que se hace desde siempre. Lo hacen sobre una línea delgada entre lo permitido y la ilegalidad, aunque está claro que no pueden estar cruzados de brazos.
El Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana ha recibido denuncias por presunta promoción anticipada y tales denuncias corresponden a promoventes de los grupos del diputado y del alcalde.
Se denuncian mutuamente porque ese es el juego político: uno se mueve y desearía que el otro no lo haga. En los hechos, se combaten todos los días, la pugna es permanente.
Lo mismo hacen públicamente y utilizan personeros a que lo hagan puesto que de lo que se trata es de calentar el ambiente, que se hable de ellos, que se les mencione por doquier y lo han logrado desde hace dos años.
Gallardo Cardona es más directo y suele aventurarse más allá de lo que hace Nava, lo hace porque tiene la seguridad de su postulación. Tiene la franquicia del Partido Verde en sus manos y tiene relación con Morena, el partido en el poder en México.
Nava no tiene partido y en el PAN, que lo postuló a la candidatura a la alcaldía capitalina, es apenas un aspirante más, lo cual representa ya una desventaja.
Más aún, hay muchos que en el PAN no quieren a Nava, y lo peor es que no están dispuestos a permitir que sea el candidato a gobernador del blanquiazul.
En ese punto, Gallardo es hoy por hoy el único que puede presumir tener las mejores cartas en la mano: es el jefe del Verde y Nava en el PAN es uno más. La diferencia entre ellos en esa categoría resulta notable.
A un año y dos semanas de las elecciones federales y locales del 2021, es más segura la candidatura de Gallardo que la de Nava.
El alcalde con aspiraciones de gobernador debería estar pensando seriamente en un plan B en caso de que en el PAN le cierren las puertas, en cuyo caso la candidatura Independiente no lo llevaría más allá de aparecer en las boletas electorales, además de que está en la memoria el hecho de que mandó al cesto de la basura tal nominación en el proceso municipal.
La mira estaría puesta en otro partido que le pueda dar acomodo, pero las opciones para el perfil de un político del ala conservadora son mínimas.
Gallardo podría ir por el PVEM, PT y Morena e incluso del PRD que en ruinas, aún está bajo el control de Gallardo en San Luis.
A Nava le quedaría México Libre, del ex presidente Felipe Calderón o, tal vez, el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado.
Hoy por hoy hay mucho de especulación, tan es así que la idea de que Nava pueda ir por Morena no resulta del todo descabellada.
El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador tiene a Salvador Nava Martínez como a uno de los líderes esenciales en el, país. Cada que tiene oportunidad lo menciona cuando cita la lucha democrática del México posrevolucionario.
No es simple pose, López Obrador siempre ha sido un convencido del enorme valor de lo que hizo Salvador Nava a favor de la democracia.
¿Por qué no dar su respaldo a la nominación del nieto, sobre todo si llegado el momento no echan de un partido conservador?
Pero Gallardo sabe que también él puede ser candidato de Morena. Por eso, en la cámara de diputados abandonó al PRD y sumó sus votos y los de algunos legisladores a las iniciativas presidenciales cuando la ayuda era urgente para sacar adelante proyectos presidenciales.
Al convertirse en aliado de la 4T, Gallardo sabía que le traería buenos dividendos y está dispuesto a aprovecharlos.
Lo que está por verse es cual es el verdadero tamaño político y Gallardo y Nava en cuanto a superar los obstáculos que tienen en el camino: a Nava no lo quieren en el PAN y a Gallardo lo desprecian en Morena.
La política se usa para alcanzar acuerdos donde no los hay y por ahora, los dos están enfrascados en esa tarea que no se ve, que no sale a la luz pública. Tejen sus relaciones y dialogan con quienes es necesario, si alguno fracasa, tendrá que buscar una salida.
Para ellos, lo ideal es la nominación por Morena, que pese a todo, va encarrilado a ganar la mayoría de las gubernaturas en juego del año próximo.
También es probable que Gallardo no logre más que ser candidato del Verde, lo cual no necesariamente resta sus posibilidades de ganar las elecciones. Las brigadas Verdes recorren todo el estado desde hace un año y van con la gente más necesitada y vulnerable.
Gallardo empezó tímidamente a recorrer los municipios de su distrito, luego se metió de lleno a la capital y después lo ha hecho en todo el estado donde ya hay estructura para respaldar una candidatura. Que lo hace bien o mal, leal o ilegalmente, el hecho es que ahí está.
Nava no ha hecho eso y no es que no quiera, es porque no puede. Su estructura es mínima porque es alcalde por un partido político y un partido obedece a su lógica de partido y no a los deseos de una persona.
Gallardo corre y Nava va por una cuesta caminando con mucho esfuerzo y demasiados escollos, algunos de éstos, pueden ser infranqueables: hay grupos y liderazgos (menores, pero al fin liderazgos) en el PAN que no lo quieren como candidato y pues nada que no lo dejarán pasar.
A Nava se le olvidó que es alcalde por el PAN, eso le va a salir caro.