Antonio González Vázquez
En un principio todo iba mal, pero un buen día empezó un mundo perfecto.
El gobernador José Ricardo Gallardo Cardona realizó su primera gira al interior del estado y enfrentó un incidente.
El viernes, según su propia versión, al trasladarse a la Huasteca para asistir a algunas ceremonias de toma protesta de presidentes municipales, el helicóptero en el que viajaba presentó fallas en un motor y se vio obligado a aterrizar.
Con el hashtag #nomequerianenelpasadogobierno, reveló el acontecimiento en sus redes sociales.
¡La herencia maldita!, expresó.
“Por falla de un motor, se tuvo que bajar de emergencia…primera gira de trabajo, uf”.
El gobernador utilizó la interjección ¡uf!, que suele aplicarse para expresar un sentimiento de alivio ante una situación de agobio o presión; además denota fastidio.
La administración estatal no ha abundado en el incidente del helicóptero Bell 412, matrícula XC-VCT, modelo 1989. Se desconocen el lugar dónde aterrizó, así como las causas del desperfecto.
La administración Gallardo cumple su primera semana y desde todos los ángulos ha buscado proyectar una imagen según la cual, el gobierno anterior le dejó infinidad de problemas.
La llamada herencia maldita es sinónimo del gobierno de Carreras.
Es la historia de siempre. Aunque hay sus excepciones: cuando el gobierno entrante es del mismo partido o grupo en el poder, todo está bien y solo se limitan a ofrecer continuidad. Esto no implica que sea lo mejor para la sociedad.
Por ejemplo, en Soledad de Graciano Sánchez, “La Gallardía” va por el quinto trienio municipal y en ese caso, nunca ha habido versiones negativas respecto de la recepción del Ayuntamiento: todo es impecable.
Pero eso es solo una excepción.
Por lo general, nada funcionaba en el gobierno anterior y tiempo después, ya sean algunos días o unas cuantas semanas, todo funcionará cual maquinaria perfecta de reloj suizo.
Similar panorama es el que el alcalde de la capital, Enrique Francisco Galindo Ceballos ha exhibido respecto de su antecesor, Francisco Xavier Nava Palacios.
En su primer discurso como presidente municipal de San Luis Potosí, lo criticó duramente y sus colaboradores empezaron a declarar a la prensa sobre las pésimas condiciones en que se encuentra el Ayuntamiento.
Que la ciudad abandonada y destrozada, sin alumbrado, sin seguridad y tal, pasando por las ya acostumbradas quejas por las deudas que los tienen ahora maniatados.
Igual, en poco tiempo, el gobierno del PRIAN estará trabajando, ahora sí con inusitada eficiencia y lo que no funcionaba, funcionará impecablemente. Se inició una era al servicio de los potosinos, a los que los nuevos funcionarios municipales llevan en lo más profundo de su corazón.
El mismo cuento de siempre.
Ni el gobernador ni el alcalde están descubriendo el agua tibia: en cada cambio de administración, se dicen pestes de los que se fueron.
No hay mejor fórmula de arranque para un gobierno, que cargar contra los que se fueron.
Lo mismo podrá estar ocurriendo en la mayor parte de los ayuntamientos: los alcaldes tronarán contra los ex ediles y una vez más, a reciclar el mismo cuento de siempre; los anteriores eran nefastos y nosotros la mar de buenos.
Y no es que sea falso que los que dejaron el poder hayan heredado un cochinero; pocos sino es que nadie mete las manos al fuego por los ex.
Pero luego sucede que cuando finalicen su gestión, van a incurrir en lo mismo que antes criticaron. Es decir, dejarán un desastre como el que dijeron, se encontraron.
Vapulear al antecesor es el primer pretexto que se da para luego justificar el incumplimiento de las promesas de campaña, o bien, para sustentar acciones contra las que antes estaban en desacuerdo.
Así es la clase política que nos ha tocado soportar.
De lo que hoy se duelen el gobernador y los alcaldes, en unos años otros se quejarán de lo mismo.
Pero lo primero es denunciar que todo está mal y a partir de ahí, construir una narrativa publicitaria y de propaganda, para hacer creer que el cambio para bien se ha iniciado.
La herencia maldita no es ninguna novedad, hay una versión de esta cada fin de administración, sea municipal, estatal o legislativa.
Eso lo ha soportado la población desde hace mucho tiempo, para confirmarlo solo hace falta escudriñar un poco en la memoria.