Antonio González Vázquez
La Cañada del Lobo es un paraje natural de la Sierra de San Miguelito, un lugar hermoso y apacible, un pedacito en el paraíso de la majestuosa serranía. Es obra de la naturaleza y su presencia ancestral no puede ser invisible a los ojos de nadie, salvo para los necios.
Generaciones de potosinos al igual que visitantes de otros lugares han andado por sus caminos, se han sumergido en sus aguas, se han embarrado en sus lodos y han tropezado con sus piedras, del mismo modo que han admirado sus rocas o se han tirado a la tierra a descansar con la vista hacia el cielo, quizás para soñar o para admirar, extasiados, el firmamento en una noche de abril.
En ese pedazo de tierra, hubo quienes se aventuraron en las mieles del amor y tuvieron sexo por primera vez; muchos más han trotado por las veredas bajo la llovizna fresca o a través de la neblina por la mañana; algunos acudieron a quitarse la vida y otros fueron a tirar a sus ejecutados.
Por mucho tiempo, aunque La Cañada parecía un lugar inhóspito, en realidad siempre ha estado muy cerca de la ciudad y de todos. La ambición de ciertos miserables la fue acercando al concreto, con el que han ido levantando fincas residenciales y áreas comerciales.
Los que más tienen voltearon la vista hacía la Sierra y motivados por el ansia de consumo pensaron que ese lugar sería genial para tener su rinconcito para vivir felices, para ser motivo de envidia. La soberbia que supura de la chequera y comprar lo que pocos pueden tener.
La arrogancia de vivir arriba de todos para ver la ciudad y su gente desde lo alto de la Sierra, dónde está La Cañada. Mezquinos los que venden y los que compran un trozo de tierra que le pertenece a los potosinos.
La Cañada es el corazón de la sierra, es torrente que da vida. Es identidad y símbolo de la ciudad; ahí donde los bárbaros solo ven piedras, hay múltiples formas de vida.
La Sierra de San Miguelito no puede ser tan magnífica sin la Cañada del Lobo, sería como despojarle de su esencia: una tarascada neoliberal a la Sierra de San Miguelito, un gran mordisco de los otros lobos de cuello blanco.
Hay quienes se han empeñado en eliminar a La Cañada como hoy aun existe y conocemos, para convertirla en aposento para adinerados.
Se trata de un proyecto típicamente neoliberal porque por encima de todo está el dinero y el negocio.
Si es necesario destruir, se destruye; si es necesario despojar, se despoja; si es necesario corromper, se corrompe a quien haya que pervertir; si es necesario violar leyes, pues se violan cuantas veces se requiera.
En este proyecto, la ambición por el dinero va por delante: se compran las voluntades que sean necesarias; todo funciona en metálico.
Los dueños del capital encabezados por el poderoso empresario, Carlos López Medina, tienen puesta la mesa y sobre ella, los planos de cómo mancillarán la Sierra para construirle residencia a clientes de demostrada solvencia.
Nos habían prometido que en los tiempos de la Cuarta Transformación, cosas como esa, ya no ocurrirían, pero suceden.
Como diría el presidente Andrés Manuel López Obrador: “¿Quién pompó?”
Al jefe de la Cuarta Transformación le molesta al punto de considerar como un insulto, que se le compare con ex presidentes corruptos y suele decir: “no somos iguales”.
El vuelco que dio el caso de la Sierra de San Miguelito, cuya declaratoria de Área Natural Protegida no termina por concretarse, favorece a los especuladores de la tierra con la entrega de la Cañada del Lobo.
“¿Quién pompó?”
¿A quién o quiénes pomparon?
Tal vez en la Cuarta Transformación sí hay personajes similares a los de la llamada mafia del poder. Los defensores de la Sierra hablan de una traición desde la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Por algo lo dirán.
López Obrador se comprometió en distintas ocasiones con los potosinos a que no se tocaría la Sierra de San Miguelito, pero la Semarnat decidió lo contrario al dejar fuera del trazo del Área Natural, mil 805 hectáreas en las que se incluye La Cañada del Lobo.
El presidente tiene la última palabra: honra la que entregó a los potosinos, o se carga a favor de los empresarios neoliberales.
Los simpatizantes de la Cuarta Transformación fueron muy lastimados durante el proceso electoral del pasado 6 de junio, les impusieron como candidatos a priístas y conservadores, le cedieron espacios a La Gallardía y en vista de ello, resultó un rotundo fracaso electoral.
La estrategia nacional funcionó, pero dejó a un “obradorismo” sensiblemente irritado; en el colmo, ahora se actúa y luego se guarda silencio al respaldar un proyecto neoliberal inmobiliario y depredador.
Peor imposible para la Cuarta Transformación en San Luis Potosí.
Para no olvidar: luego del histórico triunfo de López Obrador en las presidenciales de 2018, realizó una gira de agradecimiento por la república. En su visita a San Luis Potosí, acudió a Palacio de Gobierno. Entre los invitados que lo esperaban en la Plaza de Armas, estaba “El Chato López”.