Antonio González Vázquez
Nadie con un poco de sensibilidad política, puede creer que el ex gobernador Juan Manuel Carreras López, es un invaluable activo del Partido Revolucionario Institucional. Quien así lo crea, está sobradamente equivocado.
La figura del mandatario vale tanto como un centavo, aunque el controvertido e impresentable líder nacional del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas parece pensar lo contrario.
Por la tarde del martes de la semana pasada, en la sede del Comité Ejecutivo Nacional, un grupo de ex gobernadores fueron agasajados con una comida de “unidad”. Entre los comensales, estuvo el ex mandatario potosino.
El objetivo de Moreno Cárdenas era demostrar que esas figuras del tricolor pueden aportar su fuerza para que el partido no solo refleje unidad, sino el poderío necesario para ganar las elecciones del Estado de México, Coahuila y las presidenciales del 2024.
“¡Una gran comida por la unidad, con mis amigos ex gobernadores priistas! En el PRI estamos decididos a ganar, vamos juntos a la campaña de Coahuila y el Estado de México; el país necesita de la fuerza y capacidad de todo el priismo”, posteó Cárdenas en las redes sociales del partido.
En la mesa, Carreras López atendía reflexivo el mensaje de “Alito” que les pedía su colaboración para ir juntos a la contienda electoral.
Desde que dejó la gubernatura hace diecisiete meses, el ex primer priista del estado se perdió en la oscuridad del anonimato al alejarse por completo de la vida pública y de la política.
No podía hacer otra cosa, pues dejó el cargo defenestrado y cargando a cuestas una de las derrotas más estridentes para su partido en San Luis Potosí. A mayor ignominia siendo gobernador, fue objeto de insultos y amenazas de la Gallardía desde la plaza pública.
Y no respondió nada en una muestra de cobardía política e institucional.
Apenas dejó el cargo, cuando José Ricardo Gallardo Cardona destapó la “herencia maldita” que marcó el inicio de una persecución legal contra sus ex colaboradores que se habían robado el dinero de las y los potosinos.
Se fue con la cola entre las patas.
En su sexenio, Carreras López destruyó lentamente al PRI.
Y en el proceso electoral de junio de 2021, el Partido Acción Nacional y el equipo de campaña de César Octavio Pedroza Gaitán se quejaron de que Carreras “no está comprometido” con la alianza “Sí por San Luis”.
Como jefe máximo del partido, Carreras López falló y fracasó rotundamente.
Pese a eso, Moreno Cárdenas peregrinamente cree que en San Luis Potosí el ex gobernador puede hacer algo por la causa de los “Revolucionarios”. Craso error de percepción y de conocimiento de cómo está la escena política potosina donde el PRI es una caricatura del otrora “partidazo”.
Vaya desvergüenza la del ex mandatario al atreverse a reaparecer en su partido al que condujo a la derrota.
Su imagen está por los suelos de modo que en San Luis se apuesta a sobre si lo podrían detener para ser llevado ante la justicia por los presuntos actos de corrupción en su administración, pero sin pena alguna se hizo presencia en un evento de “unidad”.
Con ex colaboradores en prisión y otros que devolvieron lo que se llevaron, el ex gobernador debería mostrar recato y mantenerse en la sombra o quizá, hasta escondido.
Resulta descabellado pensar que Carreras y otros ex gobernadores pueden aportar algo a un PRI en pleno declive.
En San Luis Potosí el ex mandatario no goza del afecto del priismo cada vez más menguado. Podría decirse que incluso se avergüenzan de él.
Las redes sociales del PRI potosino replican todos los días la información de su Comité Nacional, difunden todas las actividades y dichos de Moreno Cárdenas, pero de la “comida de la unidad” no publicaron nada.
Se difundieron cuatro fotografías, una de ellas la oficial en grupo y otra durante la comida y en esas aparece Carreras. El priismo local les hizo el feo y no las publicaron.
Está claro: no quieren saber nada de él.
Se dice en política que, el séptimo año de un gobernador es el más difícil de sobrellevar; Carreras ya está para el octavo y no encuentra salida del escándalo.
El escarnio a su persona se aviva cada vez más porque como apuntó el secretario General de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez, “dondequiera que le aprietas, sale pus”.
La “herencia maldita” presentó un nuevo episodio sobre la corrupción en la administración del priista: el probable desvío de recursos públicos por 56 millones de pesos en la adquisición de un predio para la ampliación del aeropuerto de Tamuín.
Estarían involucrados tres ex funcionarios de la Secretaría de Comunicación y de Transportes comandada por Fernando Chávez Méndez, uno de los más cercanos ex colaboradores de Carreras.
La anterior administración no fue un modelo a seguir en cuanto a honestidad y eficiencia, sino más bien una gris y mediocre, de modo que Carreras tiene muy poco o nada que aportar a su partido para que recobre el vuelo en las próximas elecciones.
No es un activo político sino un bulto, un estorbo que trae más desconfianza y descrédito a un partido cuyo futuro es incierto porque se ciernen negros nubarrones que presagian el fin de su lamentable historia.
Al PRI se le viene el mundo encima y con ex gobernadores como Carreras y otros más en la comida de “unidad”, el posible aplastamiento en las urnas es algo imposible de remediar.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.