Centinela: La realidad potosina contra los buenos deseos del gobernador

Antonio González Vázquez

¡Este 2022 será nuestro año!: un año lleno de prosperidad, más seguro, con más empleos, sin hambre, con más salud, con más escuelas, con más infraestructura y carreteras; más brillante, más verde y sustentable, con más justicia.

Ese es el pronóstico del gobernador José Ricardo Gallardo Cardona para San Luis Potosí, las y los potosinos.

No se trata de buenos deseos sino de una afirmación: ¡Este 2022 será nuestro año!, afirma sin dejar lugar a duda de que así será.

La problemática estatal es amplia y compleja. En cada región, municipio, comunidad y colonia hay problemas muy propios que luego se extienden al escenario estatal. Lo mismo cada habitante del estado enfrenta adversidades individuales que se tornan colectivas.

Antes de Gallardo Cardona, los gobernadores anticiparon que vendrían los mejores años para la entidad y fracasaron.

El gobierno de los hechos, el gobierno de todos, el gobierno del pueblo, el gobierno de la prosperidad, el gobierno de la justicia, el gobierno del empleo, el gobierno del desarrollo equitativo.

Por citar solo a algunos gobiernos de las últimas décadas, dieron la buena nueva de que la mejor historia de San Luis Potosí estaba por empezarse a escribir.

En esencia, se ha dicho ya sea al inicio del nuevo año o en el arranque de un gobierno, que ahora sí se harán realidad los sueños y anhelos de la gente. Un mejor San Luis para todas y todos.

Sin embargo, no ha sido así.

Nadie puede ser tan categórico como para asegurar el fin de la hambruna o el final de la desigualdad social.

Los temas abordados por el mandatario estatal tienen que ver con algunos de los problemas y retos más importantes, pero no son todos. Hay muchos más y algunos de ellos, tan graves como la corrupción.

El mensaje del gobernador es positivo en tanto que busca animar a una sociedad alicaída que ha ido de decepción en decepción con sus gobernantes, pero no parece ir más allá de lo emotivo, de decir lo que la gente quiere escuchar.

Los problemas no se resuelven en un año, menos si como él lo ha apuntado, “el horno no está para bollos”.

Los primeros cien días del gobernador arroja claroscuros. Lo que se ha emprendido está lejos de representar un atisbo de lo que tendría que ser un gobierno de calidad, eficiente y exitoso.

La entrega mensual de despensas no puede ser sinónimo del fin del hambre. Es parte de una política social que no va al fondo del problema.

Es cierto, está cumpliendo con la promesa de entregar ayudas sociales, pero en San Luis Potosí millón y medio de personas son pobres.

Será un año más seguro, dice y eso francamente se ve como algo imposible, pues se trata de un problema que la entidad arrastra y sufre desde hace más de dos décadas. Revertir la tendencia le puede llevar el sexenio, aunque hay una duda muy razonable de que así sea.

Es apenas el primer año de gobierno del que han transcurrido cien días, por lo que es mejor ser mesurados.

Todos y todas deseamos que el 2022 sea un mejor año y en su caso, el gobernador es el principal responsable de que así sea.

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