Para muchos potosinos y en especial para toda la comunidad universitaria, lo acaecido el 1 de abril del 2020 es un hecho de proporciones jamás imaginadas, se ha marcado un paragón más allá de toda fantasía política: El viejo paradigma ha caído. La estructura no sólo se cimbró, sino que su derrumbe fue estrepitoso, sorprendente, para muchos esperanzador y para unos pocos, muy muy pocos apocalíptico para sus eternos intereses.
El doctor Alejandro Javier Zermeño Guerra hoy aparece en el escenario de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí como el máximo dirigente, la persona que ha de dirigir los próximos cuatro años a una institución que recibe, si bien con logros alcanzados importantes, en muchas áreas, con devastación total y, en otras, con complicados problemas laborales, académicos y hasta legales, lamentablemente. Ya ostenta el nombramiento de Rector Electo, en un proceso jamás visto, lleno de intrigas, guerra sucia, acuerdos, desacuerdos, dudas, pero que al final fue resuelto con el más transparente sistema occidental, que la sociedad griega estableció, como equilibrio para su funcionamiento: La democracia.
Si bien, dicho sistema es claro que debe de ser estudiado para poder estar acorde a los nuevos tiempos, el resultado producido frente a todos los miembros encargados de tan importante decisión es indudable, aunque ahora le toca al Doctor, de la misma manera que logró llegar a la victoria que muchos no esperaban, pero hoy festejan, aprender de las verdaderas razones que lo llevaron a donde hoy se encuentra. Así como son innegables sus méritos, también es innegable que prácticamente le han entregado la rectoría por los miles de errores cometidos de la administración saliente. Algunos de ellos serán fáciles de evitar, otros los podrá solucionar en el corto plazo, pero también se va a encontrar con algunos muy profundos y complejos, enraizados en costumbres paradigmáticas, que van a requerir de legalidad, lógica y honestidad, para poder solventarlos.
Con la más bella de las intenciones, el Rector Electo ha declarado “se rompen las papeletas, a trabajar como equipo”. Excelente pero insuficiente. Se debe de dar seguimiento a todo aquello que ha salido a la luz, a todo lo que no ha salido y jamás, pero jamás, le deberá temblar la mano para proceder por los medios correspondientes, contra de quienes resulten responsables de daños patrimoniales, abusos de poder, discriminación y el delicado tema del acoso. Se debe de tener una revisión a fondo, que implique un llamado a rendir cuentas a la administración saliente, que no deje lugar a dudas. En ese camino, la cautela legal lo debe de acompañar, para no caer en uno de los errores principales del viejo sistema: creer que la autonomía tiene el poder de violar derechos y leyes de cualquiera de sus miembros. Cuenta con la ventaja de verdaderas eminencias en el campo legal dentro de la institución, personas con amplias trayectorias y currículums impresionantes, que le pueden colaborar para que la aplicación de la justicia, no sea por medio de la violación de leyes universales.
Ese es uno de los principales errores de quienes hoy viven su último mes como autoridades, creer que desde el poder y por ser la Universidad, podían pasar por encima del Contrato Colectivo, el Estatuto Orgánico, reglamentos internos e inclusive la propia Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos. No existe ninguna facultad o escuela en donde no encontremos docentes, administrativos o alumnos, que puedan contar como su futuro está o fue despedazado, por salirse en algún momento, del culto a la imagen a la autoridad, por más auténticas y honestas que fueran sus posturas. El nuevo rector debe de aprender que, bajo una de las máximas premisas universitarias “La libre exposición de las ideas”, es una importantísima herramienta de retroalimentación, emanada desde el seno del trabajo o estudio diario de sus integrantes. Jamás es un ataque personal, cuando la verdad cobija a un argumento.
Debe de entender tres sencillas palabras: SERVICIO, ADMINISTRACIÓN y VIGILANCIA.
El ser autoridad en la máxima casa de estudios corresponde al mismo nivel y con la misma importancia para todos los que devengan un sueldo en la Universidad: estar al SERVICIO de la sociedad y de todos los integrantes de la institución. Debe ser el Rector, el mejor ejemplo actitud servicial, equilibrado y abierto, abandonando las añejas costumbres, que se podían observar en cada ceremonia o en cualquier lugar en donde se presentaban los rectores anteriores, ese culto a la imagen, esa falsa idolatría más allá de la realeza, ese trato que exigían cuales deidades que iluminaban el camino que transitaban y bendecían con una frase, un toque o una orden, a quienes lograban el elogio correcto. Usted señor Doctor, ahora es el líder que debe de poner el ejemplo para poder ser apoyado.
No es secreto que el presupuesto para el funcionamiento de la institución, que ronda los tres mil millones de pesos, debe de dejar de ser una caja chica al libre acceso de las autoridades. Ese dinero proviene de los impuestos de los ciudadanos y su manejo debe de ser lo más eficiente y transparente posible. Debe de tener la capacidad de resistir cualquier revisión sorpresa de la Auditoría Superior de la Federación. La ADMINISTRACIÓN de dichos recursos no debe ser problema que deba de esconderse bajo el tan malentendido concepto de la autonomía. Debe de convertirlo en un lustroso sistema tan limpio, que sea una de las joyas de eficacia y honestidad institucionales a presumir.
Pero para la UASLP, la ADMINISTRACIÓN es un concepto que involucra también los bienes con los que se cuenta, habiendo de evaluar cuidadosamente cuales son indispensables, útiles y cuales son verdaderamente innecesarios. Se puede poner el ejemplo de “la oficina alterna”. Esa residencia anexa a la Facultad de Ciencias de la Comunicación, que no tiene ningún sentido, como no lo tienen ni lo han tenido, las escenografías imperiales para cada espacio en donde el rector se presenta. Hay miles de personas en la institución que, con los medios adecuados, podrán por fin generar resultados académicos y de investigación, que llenarán de orgullo a la sociedad a la que la Universidad se debe.
La ADMINISTRACIÓN también contempla el más valioso de los recursos: el capital humano. Tenga en cuenta Doctor, que es el más preciado de los recursos y hoy hay mucho por hacer. Demasiadas personas ignoradas, pisoteadas, reprimidas, congeladas. Es tiempo de reconocer el digno trabajo de cada uno de sus integrantes, así como la certera ubicación de los recursos que se deben destinar a los alumnos que lo requieran, con el fin de continuar sus estudios. Se debe de eliminar de una vez por todas, ese botín de corrupción en que se han convertido las becas, que han sido utilizadas también con fines políticos internos y utilizadas con bajeza, como herramientas de chantaje y compra de conciencias.
La VIGILANCIA del orden, el respeto y la legalidad, afortunadamente no recaen solamente en la persona del Rector, está sobre los hombros de cada uno de sus integrantes, a los cuales se les debe de escuchar por ser testigos de primera mano de irregularidades, de la misma manera que son portadores de excelentes ideas para una evolución en beneficio común. Es aquí, en donde las autoridades, de la mano de los sindicatos administrativo y docente, de los representantes alumnos y la comunidad universitaria en general, deben de estar en comunicación constante, con la madurez de reconocer la razón cuando alguien la posea o la excelente idea cuando sea aportada, no importando el protagonismo, sólo el afán de ser mejores.
Llega una nueva autoridad empujada por la esperanza de un genuino cambio, con las aspiraciones de la comunidad puestas en las próximas decisiones que se tomen y se tiene que decir; LOS RESULTADOS son los mejores jueces o los más estrictos lapidarios. Son la impronta que el tiempo, al que no se le puede engañar, definirá que clase de trabajo se ha hecho. Usted señor Rector Electo Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra, desde la conformación de su equipo de trabajo, debe de estar más allá de compromisos, más allá de obligaciones familiares, amistosas o políticas, para que, al final de su administración, pueda mirar hacia atrás con orgullo o como la autoridad saliente, escabullirse por la puerta trasera. Las mismas personas que hoy son depositarias de su confianza y esperanzas, son las mismas que al final del día lo aplaudirán o perseguirán con antorchas. La transparencia en cada uno de sus actos, es el mejor escudo que pueda llegar a tener ante cualquier señalamiento.
Se le felicita, se le desea lo mejor por el bien de todos, pero desde ahora, en cada paso, estará bajo el escrutinio estricto de la comunidad universitaria y sociedad en general. Enhorabuena. Es usted el ganador del tigre, lo que ha deseado se le ha hecho realidad y esperamos lo mejor de usted y su equipo cada día.
Miguel Maya