Antonio González Vázquez
En la derrota política solo queda la soledad y Francisco Xavier Nava Palacios se quedó solo.
Hoy, eso no es lo más importante en la agenda política y de medios de comunicación. Lo relevante fue ayer: la asunción de José Ricardo Gallardo Cardona a la gubernatura.
Sin embargo, hay algo que no puede pasar desapercibido: el último informe del navista que tuvo pocos reflectores y provocó escaso interés, es ahora algo anecdótico que empezará a caer en el olvido.
El pasado miércoles, el alcalde capitalino rindió su tercer informe al frente del Ayuntamiento; la clase política que antes lo había acompañado, lo abandonó.
Hace tres años había tomado posesión del cargo en la Plaza de Armas. Lo acompañaron dirigentes políticos, líderes empresariales, los titulares de los tres poderes del Estado, senadores, diputados locales y federales.
Fue un evento en la vía pública. Era candidato natural a la gubernatura. Se le veía fuerte tras haber derrotado a “La Gallardía”.
Para el primer informe, celebrado en el Centro Estatal de las Artes (Ceart) y para el segundo, en el Laberinto de las Ciencias y las Artes, seguía bajo el cobijo de la clase política local y nacional. Le veían madera para ser un candidato imbatible.
Nava Palacios estaba en una situación envidiable; lo buscaban el PAN, PRD, PMC y hasta el PRI, pero él promovía la posibilidad de una candidatura independiente. Al acercarse los tiempos decisivos, dejó de lado esa alternativa y se registró al proceso interno del PAN.
Fue derrotado por César Octavio Pedroza Gaitán.
Recurrió a los tribunales para quejarse de haber sido víctima de múltiples irregularidades, pero las instancias locales, regionales y federales, desestimaron sus quejas y resolvieron en su contra.
No fructificó una negociación para que, a manera de premio de consolación, fuese nominado como candidato del PAN para reelegirse en la presidencia municipal.
El blanquiazul había formalizado con la coalición “Sí por San Luis” que la candidatura a la alcaldía capitalina sería para el PRI. Y así fue.
Al verse con las manos vacías, Nava Palacios buscó cobijo en Morena y fue designado candidato para intentar la reelección. Su nominación provocó rechazo en las filas de la Cuarta Transformación.
Su campaña nunca se consolidó y perdió de calle en la jornada electoral del 6 de junio.
Regresó al Ayuntamiento para cerrar la administración que el próximo viernes entregará a Enrique Francisco Galindo Ceballos.
El miércoles 22 de septiembre, en el Centro de Desarrollo Comunitario Simón Díaz, en la colonia del mismo nombre, el alcalde saliente ofreció un mensaje tras haber entregado al Cabildo su tercer informe de gobierno.
A diferencia de los dos informes anteriores y de su toma de posesión, ya no lo acompañaron quienes lo consideraban un político de un futuro muy prometedor. Lo dejaron solo. Estaban sus colaboradores, algunos amigos y familiares.
Ni sus padrinos políticos, Francisco Corral y Emilio Álvarez Icaza, lo acompañaron; no los invitó o no les interesó. Un informe en familia.
Días antes del tercer informe, el presidente municipal electo hizo una crítica muy severa a la administración de Nava.
Sin misericordia, Galindo Ceballos sintetizó con una frase el legado que le hereda Xavier Nava: “recibiremos un Ayuntamiento abandonado y en pésimas condiciones”.
El priista definió crudamente a la administración saliente: “deja un importante déficit de policías y patrullas, problemas de movilidad e importantes núcleos de población de las colonias de la periferia en total abandono”.
No hace mucho tiempo, en el primer encuentro entre el alcalde electo y el saliente, no repararon en el elogio mutuo, el encomio de allá para acá.
Es que era lo políticamente correcto en el marco del proceso de Entrega-Recepción, pero no todo podía ser aterciopelado.
En un encuentro con empresarios del transporte de carga, Galindo Ceballos lanzó los primeros dardos y dieron en el centro del arrogante alcalde saliente, quien ha dicho que en su administración se pudo incurrir en errores, pero nunca con dolo.
Lamentablemente para Nava Palacios, a partir del primero de octubre próximo, no le corresponderá a él evaluar a su gobierno, le tocará hacerlo a la nueva administración que ya empezó a desnudar las carencias del municipio capitalino.
En su mensaje por su último informe, Nava políticamente desfallecido. En el umbral de un futuro incierto. Nava en solitario, sin la parafernalia propia que rodea a los triunfadores y poderosos.
Triste final el del alcalde capitalino: fue por todo el poder y está ahora por marcharse a su casa.
Su acérrimo rival, en cambio, desde ayer es gobernador del estado.
Hoy Xavier Nava es vulnerable. Por eso se quedó solo; en la derrota no hay nadie que haga compañía.