Antonio González Vázquez
En el Partido Acción Nacional está en ciernes una disputa que puede ir a parar a los tribunales electorales.
El peor escenario, el de judicializar la elección del candidato a gobernador, está por convertirse en un suceso que entrañaría un enorme costo político al partido.
La impugnación presentada por Xavier Nava conlleva la intención de anular la declaratoria de validez del triunfo de Octavio Pedroza.
De tener éxito la embestida legal del alcalde con licencia, motivaría la reposición del proceso que la dirigencia estatal calificó como legal, ejemplar y limpio.
Pero de sostenerse el resultado a favor de Pedroza, se abren las puertas a que la impugnación tome curso en el Tribunal Electoral. Lo mismo haría Pedroza en caso de que se anule el proceso. Peor, imposible.
Se han metido a un callejón sin salida en el que todos pierden, además de que los tiempos de registro del candidato le meterían más presión al tema.
¿Quién tiene entonces la razón?
¿Fue una elección democrática o no?
El dilema para la Comisión Organizadora Electoral del CEN del PAN es delicado, pues no sólo se trata de revisar la elección desde el ámbito legal sino también del político.
Lo que está en juego es la imagen de un partido que presume ser distinto a los demás por su honestidad, principios morales y apego a la legalidad. Una decisión que diga y muestre lo contrario, sería un golpe tremendo para la credibilidad del blanquiazul.
El Comité Directivo Estatal resumió que el proceso del 10 de enero ha sido el más vigilado de la historia y que no hubo en el transcurso, ni incidencias ni impugnaciones, y demandó respeto al voto de los militantes.
En contraparte, el equipo de abogados de Nava, en el expediente armado contra la elección, incluye presuntas irregularidades en 37 municipios. Ataca legalmente desde el mismo registro de Octavio Pedroza, la intervención de funcionarios del partido en las campañas y el día de la jornada y apunta de manera directa a la Comisión Organizadora Electoral por decisiones que habrían enturbiado el proceso.
Por ejemplo, citan como agravio que la alcaldesa de San Ciro de Acosta, María Ysabel González Serna, fungió como representante de Octavio Pedroza en el centro de votación de ese municipio.
Hay entonces dos versiones: la del candidato electo y la de la dirigencia estatal, contra la de Nava; para los primeros, fue una elección sin mácula y, para el otro, fue tan desaseada que es necesario invalidarla.
Dos visiones que provocan una turbulencia interna, no aconsejable para nadie y que parece tener al partido en la antesala de una tormenta devastadora.
En esta coyuntura indeseable, sin embargo, Nava se encuentra cómodo; es el lugar a dónde pretende llegar: a las instancias nacionales.
Se ha instalado en el papel de víctima de una dirigencia local y de un candidato que, a su decir, presionaron y amenazaron a la militancia; que le hicieron trampa, que le cometieron fraude.
Eso, por supuesto, lo tiene que demostrar, pero igual y no es necesario ya que tiene a Marko Cortés de su lado, incluso, desde antes de que se realizara la elección que ahora es motivo de discordia.
Llamó poderosamente la atención, sin embargo, que el presidente nacional, en comunicación con Pedroza, le felicitó por su triunfo incontrovertible, lo cual contribuye a la incertidumbre que priva ahora en el partido.
Desde el arranque del proceso y el lanzamiento de la convocatoria, se percibió un posible intento de la dirigencia nacional por imponer al candidato de su preferencia, lo que por cierto, no pasó desapercibido entre algunos de los aspirantes.
Bien lo pudo haber hecho por cortesía política.
Desde su posición de víctima de las truculencias de algunos panistas, Nava se propone conseguir la candidatura por la vía jurisdiccional del partido y si no, a través de los tribunales.
Como eso se apunta complicado, el riesgo latente de una intervención directa del CEN para sustituir al candidato electo en aras del bien superior del partido. A lo que aspira, es que se tome una decisión política a su favor.
Xavier Nava es externo al PAN, le debe tener sin cuidado lo que ocurra en las elecciones si se mantiene la candidatura de Octavio Pedroza. No le importa si el partido se rompe porque no es panista; ya usó al PRD y puede utilizar al PAN, no hay diferencia.
Su presencia en el partido es minúscula, de ser rechazada su impugnación en el partido y luego en tribunales, la fractura interna no será relevante, pero la labor política que haga contra el PAN y su candidato, desde afuera, será letal.
Lo anterior, aunado al hecho de que en muchas encuestas, el PAN con Nava como candidato, tendría más posibilidades de triunfo en las elecciones, dificulta aun más el escenario.
Que Octavio Pedroza no es el mejor candidato y que no garantiza la victoria el día 6 de junio, es lo que Nava intentará hacer ver y puede ser que en el CEN le compren esa premisa.
Para que eso tome sentido y obligue a modificar las cosas, es necesario que el partido y la candidatura entren en crisis, a lo cual Nava ya está dedicado por completo; eso era el motivo de sus reflexiones: cómo tumbar a Octavio Pedroza.