Antonio González Vázquez
Francisco Xavier Nava Palacios cosecha lo que sembró.
Increíble pero cierto: logró unir a todos, pero en su contra.
Por unanimidad, el pleno del Congreso del Estado lo inhabilitó en el desempeño de funciones públicas por 18 años.
Con rapidez inusitada, el legislativo sacó adelante un juicio político que la anterior legislatura desatendió. En cuestión de semanas, la Comisión Jurisdiccional resolvió la procedencia y ayer, en sesión secreta, los diputados aplicaron una sanción que se veía venir.
Nadie metió las manos en defensa de Nava Palacios.
La causa, el presunto desacato a un mandato judicial del Juez Octavo de Distrito, respecto de la construcción de un puente en el ejido Rancho Viejo La Libertad, que afectó sus derechos ejidales.
Se trata de un golpe contundente a un ex presidente municipal que durante el último año fue de fracaso en fracaso en búsqueda, primero de la gubernatura y después, de su reelección en el ayuntamiento capitalino.
En ese trayecto político electoral, Nava Palacios se esmeró en crearse la animadversión de múltiples actores políticos y sus partidos.
El Partido Acción Nacional que lo postuló a la alcaldía en 2018, era su única fortaleza y lo desechó por su arrogancia. Su ambición desmedida lo cegó y se alejó del blanquiazul tras perder la interna para elegir candidato a gobernador.
Acusó al partido que lo había llevado al poder de hacer fraude e impugnó en tribunales la candidatura de César Octavio Pedroza Gaitán.
Golpeó al partido una y otra vez, lo desacreditó hasta que se cansó.
Se fue a Morena como candidato y perdió la reelección. Tampoco en el partido de la cuarta transformación fue bien recibido y en la elección cayó al tercer lugar.
Fue candidato de Morena, pero despreciaba al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Se echó encima a La Gallardía, al PAN, al PRD y al PRI. Era cuestión de tiempo el pago de facturas.
Nava Palacios está hoy inhabilitado por haber incurrido en desacato a una resolución de la justicia federal.
Se refugió en el Frente Cívico Potosino, desde donde esperaba afrontar la andanada política en su contra. Ese blindaje no le sirvió ni le será útil en nada.
Pero su mayor desgracia fue haberse enfrentado a un peso completo: el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona.
Nava Palacios fundó sus aspiraciones políticas en una estrategia de ataque frontal a La Gallardía, los señaló de ser un peligro, una mafia corrupta y les endilgó toda suerte de calificativos.
Le falló.
Gallardo Cardona ganó y es gobernador, mientras que Nava Palacios perdió y no es nada, absolutamente nada.
El mandatario se la iba a cobrar y su partido, el Verde, apenas iniciada la legislatura, reactivó la demanda de juicio político, en cuyo caso, las demás fuerzas políticas dieron su visto bueno.
Ha sido un golpe devastador del que X. Nava no se podrá levantar.
Inhabilitado para un período de tres sexenios.
No le queda nada. Él se encargó de hacer realidad la peor pesadilla de todo político: vivir lejos del poder público.
Desde el Frente Cívico Potosino, que a decir verdad, ya no es la institución que llegó a ser en otros tiempos, podrá hacerse la víctima y asumirse como perseguido político. Podrá hacer algo de ruido, pero nada más.
Amarga navidad para un político fifí en desgracia.
Y eso no es todo: aún resta que el presidente municipal capitalino, Enrique Francisco Galindo Ceballos defina el camino a seguir respecto de las presuntas irregularidades en perjuicio de las arcas municipales heredadas por X. Nava.