Centros de rehabilitación alternativos: un infierno para los internos

SERGIO
El joven también presenta quemaduras químicas a causa del cloro.

 

Por: Maricruz Rentería.

 

Esta semana, en la ciudad de Tepic, Nayarit, Sergio García, de 25 años, fue rescatado por sus familiares de un “anexo” -donde se internan a personas con problemas de adicción- por haber sufrido un maltrato cruel. Presenta graves lesiones causadas por una infección producida por hongos, que le produjo una fiebre, y lejos de ser tratada médicamente, los responsables de su ciudado tomaron medidas brutales contra él.

“Me levantaron la costra de las ampollas y me dejaron expuesta la carne; me lavaban con cloro y me restregaban un limón asado en las heridas”, contó el joven.

Mientras gritaba de dolor, declaró, sus agresores le decían cosas como: “ni creas que vas a salir de aquí, así que no te hagas pendejo, pareces joto” y “si te mueres, no más te vamos a tirar por ahí, y le decimos a tu mamá que te escapaste”. “En verdad creí que iba a morir ahí, que me habían abandonado”, dijo.

Durante tres meses y medio sufrió maltrato físico y psicológico inhumano. “Todo el tiempo me decían que era repulsivo y no valía nada, que nadie me quería y por eso hasta mi madre me había abandonado ahí; también me golpeaban.

Si trataba de defenderme, entonces era un ‘indisciplinado’ y el castigo era peor. Me golpeaban entre cuatro o más y me arrojaban al mingitorio, y todos orinaban encima de mí. Otro castigo consistía en obligarnos a hacer por horas ‘patitos’  (es cuando te hacen caminar en sentadillas en círculos por todo el patio) y hasta nos hacían hacer ‘cuac, cuac’, si te caías o cansabas, te golpeaban”.

La razón por la que Sergio pasó por todo esto, sin que sus padres se enteraran, es porque en dicho centro, llamado “Aprendiendo a vivir en Cristo”, las personas con adicciones son internados sin derecho a ser visitados los primeros meses, para que “nadie intervenga en su recuperación”. “Pagamos 2 mil 500 pesos por su ingreso, más 500 pesos a la semana, lo que da un total aproximado de 10 mil pesos por todo este tiempo, más ropa, productos, convivios y fiestas decembrinas”, declaró la madre del joven.

“Ya habíamos pagado psicólogos y tratamientos muy costosos pero recaía, no podíamos seguir pagando más. Él se volvía cada vez más paranoico y agresivo, y decidimos dejar que se lo llevaran. No sabíamos qué más hacer, estábamos desesperados, pero nunca imaginamos que lo tratarían así”, añadió el padre.

 

 

 

El problema de no ver la adicción como una enfermedad

Nadie en Nayarit ha tomado medidas sobre este y otros casos. “Tuvimos muchas trabas al presentar la demanda, pedían testigos, papeleo… pero más que nada la actitud. Desde el principio el policía que nos atendió no nos tomaba en serio, actuaba como si todo eso fuera normal y aceptable”, recordó la madre, muy desanimada.

A pesar de haberse presentado con las heridas y pasar un proceso de revisión, los policías de la fiscalía soltaron frases como, “así es eso, los centros así son”, “¿No sabes que así es como tratan a los recaídos?” o incluso “hasta te hicieron un favor al echarte cloro, porque ya te está cicatrizando”, le dijeron al verle las costras. También contactaron con medios de comunicación en Nayarit, con la finalidad de denunciar la situación de maltrato, y tratar de salvar a otros internos, porque la infección se está propagando, pero fueron ignorados.

“Es como una mafia”, les dijeron en uno de los medios.

“La gente piensa que los adictos merecemos los malos tratos y las humillaciones” dijo el joven. “A nadie le interesa lo que nos pase, porque no ven esto como una enfermedad. A quienes les preocupa la situación, son a las víctimas o familiares de víctimas, pero aun así no se involucran “porque no se quieren meter en problemas”. Estamos solos en esto”.

Las fotos que evidencian el maltrato han sido difundidas por familiares a través de Facebook. La única esperanza de la familia García es que esta situación y el maltrato en esos centros sea difundido fuera del estado de Nayarit para ejercer presión a las autoridades, para que se ocupen del resto de los internos, y se adopten medidas sobre el tratamiento de las adicciones y quienes las padecen: un sector muy vulnerable y abandonado.

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