Por Victoriano Martínez
Aunque las primeras ciclovías construidas en la ciudad no fueron objeto de desplantes de propaganda gubernamental, desde que el tema adquirió relevancia ecológica se volvió blanco de proyectos efectistas, antes que verdaderas estrategias para resolver los problemas de movilidad de quienes se transportan en bicicleta.
Desde febrero de 2013, como parte del Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable San Luis Potosí y Soledad de Graciano Sánchez elaborado para el Gobierno del Estado por la firma Felipe Ochoa y Asociados, se incorporó una revisión del aforo de ciclistas por las principales avenidas de la ciudad.
Para entonces ya existía la ciclovía de la carretera a Zacatecas hasta El Saucito, que servía principalmente a trabajadores provenientes del municipio de Mezquitic.
Se le comenzaba a dar importancia como un medio de transporte ecológico, lo que al parecer provocó un giro en la intención de resolver una cuestión de movilidad para convertirse en un asunto que, al facilitar la proyección de una imagen de ecologistas, se convirtieron en meros chispazos propagandísticos.
Así fue como el ex alcalde Mario García Valdez puso en marcha en junio de 2013 la primera fase de un proyecto de ciclovías como parte del Plan de Movilidad Urbana por ser “una tendencia mundial para beneficio de miles de personas”. Un Plan de Movilidad Urbana que alcanzó sólo para una ciclovía de un kilómetro de longitud en la Avenida Seminario.
Aunque en el proyecto de Actualización del Plan de Centro de Población Estratégico San Luis Potosí – Soledad de Graciano Sánchez 2017, se mencionan cuatro ciclovías que abarcan 20.3 kilómetros y se proponía la creación de una Red de Movilidad Ciclista de 267.24 kilómetros con 55 ciclovías, nada ocurrió.
Para 2019, el entonces alcalde Xavier Nava Palacios presentó su proyecto Ciclovía Potosina, como parte de “la creación e impulso de un Sistema de Movilidad Urbana Sustentable a través de la reducción del uso del automóvil para mejorar las condiciones e impulsar el uso de la bicicleta”.
“Nos permitiría estar a la vanguardia en este tema en la región Centro-Bajío del país”, aseguró con ese primer tono propagandístico.
Se aseguró que el proyecto abarcaría 250 kilómetros de ciclovías, aunque Fernando Torre Silva, director del IMPLAN, advirtió que “es imposible abarcar 250 kilómetros en esta administración, estamos iniciando un proceso que no parará nunca”. Nava Palacios completó la idea: “será un trabajo que deberán continuar en los siguientes trienios”.
A pesar de que para ese proyecto se realizó un diagnóstico sobre las siete ciclovías existentes en ese momento, con un plano de distribución de estas que mostraba lo dispersas que se encuentran en la ciudad y que sólo dos conectaban, el proyecto arrancó con la ciclovía de Himno Nacional, muy alejado de las otras.
Esa administración concretó dos ciclovías distantes entre sí y del resto, y el “proceso que no pararía nunca”, pronto fue blanco de cuestionamientos por parte de la actual administración municipal que, lejos de dar continuidad al proyecto, todavía revisan cuál será su futuro.
Una actitud en la que las ciclovías, como alternativa integral para conectar la ciudad con rutas para ciclistas, ya no sólo es víctima de desplantes propagandísticos –como comenzar el proyecto con ciclovías en avenidas principales antes que procurar conectar las existentes, como ocurrió en la administración pasada–, sino de una especie de revancha de politiquería.
El ayuntamiento encabezado por Enrique Galindo Ceballos no sólo incumplió con la promesa de construcción de más ciclovías este año, sino que aún mantiene en duda el futuro de las de Himno Nacional y de Venustiano Carranza.
Si se considera el capricho de Galindo Ceballos para realizar un evento con Nairo Quintana, es como si para el alcalde los ciclistas sólo existieran para participar en justas deportivas, y las bicicletas no contaran como medio de transporte.