Sirenas: Son el ideal de belleza más sobrenatural y ensoñador. Criaturas del océano que asoman en mares bravos para encandilar a los hombres, para dominarlos mediante sus cantos.
Mujeres de dos mundos que sueñan con un escenario terrenal, a la vez que viven libres y hermosas en esa dimensión marina en compañía de tritones y corales, medidas por las voces de las ballenas y la emoción de esos navíos que cruzan sobre sus cabezas de vez en cuando.
¿Te interesa el tema? Entonces te encantará saber más cosas de las que el mundo de Walt Disney nos trajo en alguna de sus películas. ¡Sumérgete en estos datos!
Las primeras referencias que encontramos sobre las sirenas: la preciosa leyenda de Atagartis.
El primer escrito sobre estas criaturas se da en Siria, en el año 1000 a.C, momento en que diversas leyendas nos hablan de una diosa muy especial llamada Atargatis.
Era una deidad muy asociada con la fertilidad, cuyo culto se extendió también a Grecia y Roma; y su leyenda es digna de ser recordada. La llamaban “Gran señora de las tierras del norte de Siria”, era bella, delicada y muy respetada por su pueblo debido a su linaje real, así como por tener una vinculación muy íntima con el mundo del mar.
A ella le consagraron diferentes templos y palacios, donde se alzaban diferentes esculturas en forma de pez y se construían siempre rodeados de elegantes estanques. Si ella simbolizaba la fertilidad en Siria, Dagón exaltaba la creación en su vertiente masculina.
Tenía poder, y era tal su belleza que la propia Venus se sentía ofendida; tanto así que hizo que se enamorara de un pastor que solía ir a dejar sus ofrendas a sus templos: Caístro.
Así, de esta relación “involuntaria”, nació una niña, Semíranis, que llegaría a ser reina de Babilonia. Ahora bien, después del nacimiento de la creatura, a Atargatis se le desvaneció esa pasión del corazón por el pastor. Y del amor pasó a la vergüenza, y de la vergüenza a la ira. Ofendida por esa manipulación, no dudó en buscar venganza, por lo que abandonó a su hija e hizo matar al hombre a quien había amado. Aunque en realidad, aplicó su rabia justo hacia quienes menos lo merecían…
Después, como no podía ser de otra manera, deseó quitarse la vida arrojándose al mar, con piedras en su cintura… Pero no encontró la muerte; los dioses no se lo permitieron y le ofrecieron el poder de los dos mundos, el terrenal y el acuático: se convirtió en una preciosa sirena.
¿Y si la raza humana descendiera de las sirenas?
Una posibilidad no tan descabellada como parece a simple vista. Cuentan varias leyendas del Pacífico, que la humanidad vino del mar, que nuestro origen primigenio hunde sus raíces en el medio acuático.
Todos seríamos pues, hijos e hijas de sirenas y tritones. ¿Qué te parece la posibilidad?
La magia de las aguamarinas.
¿Tienes alguna aguamarina adornando algún collar o anillo? Pocas gemas son tan bonitas como llamativas, y a la vez nos recuerdan tanto a la misma agua del mar.
El tono azulado de esta piedra se debe a la presencia de FE2+ y Fe3+, y cuanto más oscuro sea su color, más valiosa es. Ahora bien… La leyenda cuenta que estas piedras son en realidad lágrimas de sirenas ocultas en la Tierra. ¿No es precioso?
El logo de Starbcuks.
¿Cuántos capuccinos de Starbucks te has tomado? Son caros, pero siempre resultan deliciosos. Ahora bien… ¿Te has fijado en su logo, verdad? ¡Es una sirena!
El diseño del logo fue creado por Sophia Castle y nos trae a una sirena, eso sí, de doble cola, enmarcada en un círculo verde.
Tiene su origen en una ilustración francesa del siglo XV, y la que vemos ahora, en realidad, es muy diferente a la que salió por primera vez en 1971. En sus primeros años mostraba los pechos y el ombligo. Más tarde, esta imagen resultó demasiado provocativa, por lo que decidieron suavizarla.
¿Es una sirena? No… ¡Es un manatí!
La verdad es que hay que tener escasa visión y mucha imaginación para confundir una sirena con un manatí. No obstante, esto es lo que ocurrió cuando los primeros navegantes europeos se adentraron en aguas del Caribe: entre las sombras de la superficie entrevieron una criatura jamás vista por ellos… Parecía una mujer gruesa con cola de pez. ¿Qué más podía ser sino una sirena?
La imaginación no tiene límites, y si va acompañada además por el desconocimiento, la cosa adquiere un matiz asombroso. Y eso, es lo que ha ocurrido sin duda a lo largo de toda nuestra historia.