Por Victoriano Martínez
Hoy se cumplen treinta días del inicio de las campañas electorales por las diputaciones locales y las 58 alcaldías del Estado.
Podría pensarse que hace treinta días se trastocó la lógica de la vida pública de la entidad para entrar en una en la que todo son dimes y diretes, y nada se puede entender si no se le ve con el cristal del proselitismo en marcha. Pero no, esa lógica campañoelectorera lleva tres años y, por ello, no resulta extraño que ahora se agudice.
Si fueron las revelaciones de la compra millonaria de medicamentos a una proveedora fantasma, la respuesta del alcalde fue un simple “es golpeteo político”.
Si fue la movilización en contra del atraco que se pretendió dar con la compra de lámparas LED a un costo cinco veces mayor al real… golpeteo político.
Si de las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación por más de 440 millones de pesos a la cuenta municipal del 2016… golpeteo político.
Si fueron las denuncias de promoción personalizada con recursos públicos, finalmente acreditados por un Tribunal Electoral federal con señalamientos de desvíos de recursos en clara violación al artículo 134 constitucional… golpeteo político.
Si la revelación de una compra indiscriminada de inmuebles imposible de darse con un sueldo de alcalde que muestran, documentado en el Registro Público de la Propiedad, un enriquecimiento ilícito… golpeteo político.
Sí, golpeteo político se convirtió en la etiqueta del trienio para no tener que dar ninguna explicación a la que está obligado el alcalde, hoy con licencia, como funcionario público, antes que declarar en cadena nacional que “ya me tienen hasta la madre”.
Sin estar en campaña, esa era su lógica. Desde hace treinta días, no podía ser diferente.
Al segundo día de campaña, vecinos de El Saucito aprovecharon la presencia de Ricardo Gallardo Juárez para manifestarle su repudio a la obra de un puente junto al templo. Los gallardistas los descalifican con la afirmación de que fueron enviados por su contrincante. Como si el rechazo a la obra no llevara meses.
El golpeteo político que antes lo protegía para no rendir cuentas, ahora pretende que lo proteja para que su campaña proselitista no se vea empañada. El caso es no afrontar cualquier atisbo de inconformidad e imponer su visión de las cosas y, en palabras simples, hacer lo que venga en gana.
Una lógica con la que no sólo capotea cuestionamientos, sino con la que también (hace sentido entender) se prepara el terreno para sus actos proselitistas con lo que suelen parecer coincidencias y se aplica un control de daños ante las actividades de sus contrincantes.
Así, en distintas colonias hay testimonios de que al día siguiente de que cualquiera de los contrincantes de Gallardo Juárez, por pura coincidencia aparecen brigadas del Ayuntamiento para arreglar calles, podar árboles o hacer una que otra reparación que demuestre que la administración gallardista funciona.
O la coincidencia inversa: un día pasan brigadas del Ayuntamiento a cubrir baches, hasta el más insignificante, en un par de calles, o una patrulla de la policía vial recoge todos los botes y demás instrumentos con que los vecinos apartan lugar de estacionamiento para dejar calles limpias… y al día siguiente resulta que en una de esas calles se realiza un mitin con el candidato perredista.
Un fin de semana se vuelve noticia la operación de una banda que se roba las llantas de los automóviles en la zona de Las Lomas, con la exhibición de varios vehículos sostenidos sobre piedras o tablas, y coincidentemente junto a esa noticia aparece el reporte del boletín de campaña de Gallardo Juárez en el que ofrece “más seguridad a Las Lomas”.
Treinta días de coincidencias que bien podrían representar un indicio para que las autoridades electorales le pongan atención… sobre todo por tratarse del aspirante a la reelección que tiene acreditado el desvío de recursos para promoción personalizada.