Conflicto con burócratas, una historia latente que transitó a la opacidad

Por Victoriano Martínez

El enfrentamiento de los burócratas con el gobierno que encabeza Ricardo Gallardo Cardona no es un conflicto terminado, sino inconcluso y con señales de que el regreso de los plantones sigue latente.

Si el 10 de abril se retiró el plantón del Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores del Gobierno del Estado (SITTGE) frente al Palacio de Gobierno y le siguió el del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Estado (SUTSGE) dos días después, no fue por haber resuelto los puntos centrales del conflicto, sino para no obstruir el paso de la Procesión del Silencio.

Ninguno de los dos sindicatos ni el gobierno del Estado informaron sobre las condiciones que acompañaron el acuerdo para favorecer la realización del evento religioso. Todo indica que hubo un pacto de silencio muy acorde al sello del sexenio, que prefiere gestionar todo en la opacidad.

Sobre el camino que han seguido las negociaciones se han dejado ver pocos indicios. El sólo hecho de que ninguna de las partes dé a conocer alguna información a tres semanas del retiro de los plantones resulta el primer indicio de que no se ha avanzado.

Las demandas y hasta amenaza de regresar al plantón, posteriores a su retiro, pronunciadas por la lideresa del SITTGE, Francisca Reséndiz Lara, dejan ver que incluso se acumularon agravios.

La ampliación de la valla que obstruye el acceso al Palacio de Gobierno hasta los andadores de la Plaza de Armas, además de ensanchar simbólicamente la zanja entre pueblo y gobierno, son un indicio más del riesgo latente del regreso de los plantones y, en consecuencia, de que no hay avances en la solución del conflicto.

¿Qué diferencia hay entre que en esa parte de la Plaza de Armas no se pudiera transitar por los plantones de los burócratas y que ahora no se pueda transitar por las vallas gubernamentales?

El resultado es que hoy hay un plantón invisible instalado por el Gobierno del Estado para permitir ver la fachada del Palacio, pero no por ello deja de ser una acción para limitar el derecho de libre manifestación en las condiciones precedentes.

¿Hasta dónde se cumple el primer objetivo que se propuso el Consejo Ciudadano por la Seguridad desde su instalación, cuando se pronunciaron por limpiar el Centro Histórico de manifestaciones que obstruyen el libre tránsito de las personas?

“Estamos hablando hoy de rescatar el centro histórico y no lo vamos a lograr si tenemos este tipo de manifestaciones”, dijo entonces Carlos Mendizábal Pérez, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA), al referirse a los plantones del SUTSGE y el SITTGE.

Hoy ya no están los plantones, pero el espacio sólo cambió de ocupante y las circunstancias de la ocupación repliegan las nuevas protestas a reducir aún más el espacio de tránsito por la Plaza de Armas.

Poco se sabe de las negociaciones que, por obra y gracia de quien aprovechó la Procesión del Silencio, se trasladaron al ámbito de la opacidad que deja en mayor desventaja a las dirigencias sindicales, no porque sean dechado de transparencia sino porque se vuelven blanco de sospecha sobre ceder ante propuestas indecorosas que suelen llevar etiqueta de vende-movimientos.

Este domingo, Día del Trabajo, los burócratas salieron a conmemorarlo con protestas por las mismas demandas por las que estuvieron en plantón 189 días: la reinstalación de los trabajadores despedidos injustificadamente, reconocimiento de salarios caídos y el cese de despidos en distintas dependencias.

Una protesta que ni siquiera pudo llegar a la Plaza de Armas –no vaya a ser que se hubiera vuelto plantón– pero que dejó ver que las razones del conflicto persisten aunque las vías de presión y de búsqueda de solución se plegaron al mayor sello del sexenio: la opacidad.

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