Óscar G. Chávez
Mitomanía: trastorno psicológico que se caracteriza por la tendencia a mentir compulsivamente, distorsionar la realidad y exagerar.
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Resulta que el alcalde de la ciudad de San Luis Potosí, el maestro Enrique Francisco Galindo Ceballos, fue quien capturó al peligroso narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias Chapo Guzmán. De esto nos enteramos no en algún chisme cantinero, ni por alguna revista amarillista o portal electrónico de ésos que se dedican a difundir noticias relacionadas con el narco, sino por dicho del propio Galindo. Nuestro amable poliSía.
El asunto, como si no importara, como si fuera cosa menor de esas que ocurren todos los días, casi pasó desapercibido por todos los medios de comunicación, sólo el periodista Antonio González captó el momento y escribió para este diario Cuando detuve al Chapo una puntual crónica del hecho en que el alcalde, más allá de las angustiadas expresiones de su director de Comunicación Social, no temió contradecir la historia.
Poco se puede agregar al texto mencionado, lo cierto es que como en él se señala los escasos textos publicados sobre el caso, concluyen que era inseguro confiar en la Policía Federal Preventiva, de la que Enrique Galindo era comisario general.
“Era imposible confiar en ellos por el nivel de corrupción”, señala el agente de la Administración de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) Víctor Vázquez. Como describió en febrero de 2024 el periodista Jeremy McDermott “el arresto [en 2014] involucró a la Marina Mexicana, una de las ramas más confiables de las fuerzas de seguridad y a menudo utilizada en operaciones de inteligencia o cooperación por parte de la DEA…”.
La mayoría de los testimonios apuntan a que le operativo fue realizado entre cien marinos y agentes de la DEA (entre ellos Brady y Andrew Hogan; salvo ellos, al día de hoy no se sabe cuántos fueron los agentes que se trasladaban en las tres camionetas blindadas de la misma agencia), quienes extrajeron al Chapo de su habitación en el hotel Miramar.
“En el cuarto piso del hotel Miramar detuvieron a Cóndor [Carlos Manuel Hoo Ramírez] que era el guardia, en uno de los cuartos encontraron a Lucía, la cocinera y a la niñera, Vero, en otro encontraron a Emma Coronel y a Joaquín. El Chapo corrió al baño con un rifle de asalto, terminó soltándolo y lo arrestaron”. Es lo que cuentan los marinos que formaron parte del equipo.
Después, en cuanto sacan a Chapo del hotel lo suben a una suburban blanca, blindada, manejada por Andrew, para trasladarlo a una sala de interrogatorio, donde no se permitió el acceso a los agentes de la DEA, por órdenes del secretario de Marina; luego el Chapo es subido a un blackhawk, en el que se le conduce al aeropuerto de Mazatlán para luego trasladarlo en un Learjet a la ciudad de México. [Cazando a El Chapo. La historia contada desde adentro por el agente de la ley estadounidense que capturó al narcotraficante más buscado del mundo, de Andrew Hogan y Douglas Century, Editorial HarperCollins, 2018, 416 pp.]
Tras un nuevo escape en julio de 2015, Joaquín Guzmán fue reaprendido en 2016, hecho en el que sí participó, aunque accidentalmente, la Policía Federal Preventiva a través de un par de agentes que lo detienen mientras conducía un carro robado, en medio del operativo Cisne Negro, encabezado (de nueva cuenta) por elementos de la Marina en el fraccionamiento Las Palmas, en los Mochis, Sinaloa.
Alguien que conoce bien de estos temas me señala con seguridad: “Galindo ni idea tenía del operativo hasta que lo agarró su gente”.
Cualquier comentario adicional sobra; ahí están los testimonios, saque sus conclusiones el lector.
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