Convergencias

Óscar G. Chávez

Hubiera sido interesante que el alcalde de la ciudad de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos, diera a conocer dentro del marco de su Informe (ya entrados en gasto y aprovechando el despilfarro y rumbosidad) cómo va el asunto que tiene durmiendo en la Contraloría municipal.

En él se describe cómo la Auditoria Superior de la Federación (ASF) determinó la promoción de responsabilidades administrativas sancionatorias (PRADS) por el daño a la Hacienda Pública por la cantidad de $112’294,302.51 (ciento doce millones doscientos noventa y cuatro mil pesos 51/100 M.N), por no haber ejecutado la obra amparada bajo el contrato MSLP-DOP-AD-AD-FED-06-2017 celebrado en el trienio 2015-2018 durante la administración del licenciado Ricardo Gallardo Juárez.

Esto no es nuevo, desde luego, recordemos que la determinación de la ASF, referente al caso de la avenida Fray Diego de la Magdalena, llegó en 2017, durante la administración de Xavier Nava, quien al igual que Galindo tampoco hizo caso de ella. Las respectivas contralorías municipales, atendiendo las indicaciones de los alcaldes, decidieron no abrir expediente de presunta responsabilidad administrativa (EPRA) ni citar a audiencia, desahogar pruebas y alegatos, ni emitir resolución alguna.

Dado que el asunto está tipificado como grave, debió remitirse al Tribunal de Justicia Administrativa del Estado (TEJA) para que emitiera y ejecutara una sanción, que iría de la destitución (pensando que estuviera en funciones) hasta la sanción económica. Nunca se hizo y seguramente nunca se hará.

El encubrimiento y silencio cómplice de Galindo es entendible, pero no los de Xavier Nava Palacios, quien en vez de pensar en guardarlo para después que hubiera sido reelecto debió actuar en el momento para no andar después como plañidera. No lo hizo, y al igual que aquel, es cómplice de los Gallardo.

Pero para qué ocuparse de batallas perdidas si era mejor brillar en su informe, y –al igual que el gobernador– lo hizo de tal manera que su ego anda por los cielos. Ha dedicado cuerpo, alma, equipo y recursos (que al fin son municipales) a promocionar su imagen. Lo mismo que Xavier Nava, aunque es necesario reconocer ahora que con todo y lo frivolillo que fue, no llegó a los niveles de Galindo.

Inserciones con foto en diarios y portales electrónicos que aparecen un día sí y al otro también, bombardeo permanente de redes sociales, anuncios espectaculares en los que emula a Superman en cuanta calle y avenida son posibles. La cosa no acaba ahí, en la plaza del Carmen un templete con una pantalla casi de estadio, y una estructura políptica, promocionan su rostro, su voz y sus hechos para ciudad del Sí. La PoliSÍa, desde luego, los vigila.   

Este desmedido culto a su persona, propio de narcisos inseguros, sólo se puede explicar como estrategia anticipada frente a la endeble posibilidad de lograr la reelección. Su “amigo”, el otro narciso, no le permitirá conservar la alcaldía; todo se pintará de verde. Por lo pronto, iluso, realiza alianzas con Enrique de la Madrid “a efectos de desarrollar futuros proyectos”. Eso no le gusta al Pollo.

Entre políticos los egos convergen sin importar edades o partidos, ahí está el caso Víctor Salgado (ridícula caricatura del alcalde, que ya hasta marca las fotografías con sus iniciales) o, demasiado tarde, lo que quedó de Juan Manuel Carreras.

Resulta que en algún lado apareció y ya circula, un precioso volumen de 287 páginas de papel cuché mate, impreso a color, titulado: Convergencias, San Luis Potosí, obra de gobierno (2018-2021); el colofón acota: se terminó de imprimir en agosto de 2021. Su tiraje fue de 2000 ejemplares. Ni la burla perdonaron los editores, casi se lo entregan cuando se encuentre prófugo o al menos con un amparo en la bolsa; y todavía (colmo de la infamia) se atrevieron a indicar que se trata de la primera edición. Seguro habrá más.

Si no es frivolidad no sé cómo deben interpretarse las 79 fotografías que aparecen del exgobernador en esta memoria de gobierno. Lo que no necesita interpretación son el descaro y ausencia maternal al atreverse a señalar en la página 88 (apartado Salud), una inversión en equipamiento de alta tecnología por 928 millones de pesos, para el nuevo Hospital Central Doctor Ignacio Morones Prieto, cuando es por todos sabido que no pusieron ni una silla dentro de la enorme torre de 30,326 metros cuadrados. Frente a estos datos una inexpresiva Mónica Rangel.

Muchos otros datos podrían arrojar una revisión detallada de la obra, pero con éste basta por ahora. Ojalá pronto lo reciba el actual gobernador, revestiría cualquiera de sus libreros, y quizá lo tome como muestra para que aprenda lo que no se debe hacer: ponerlos en circulación un año después de haber dejado el cargo. Fotografías habrá de sobra.   

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no representan la postura de Astrolabio.

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