Cotidianidad: La incertidumbre de la siembra

Carlos Rubio

Un padre enseña a su hijo a sembrar. El hijo crece y tiene una familia con cuatro descendientes. Se hace cargo de trabajar los terrenos que su progenitor le enseñó a labrar y que por cuestiones de edad y salud, ya no puede hacerse cargo de ellas. Más tarde, los nietos aprenderán de los secretos que oculta la tierra y sabrán cuándo, cómo y en dónde colocar la semilla correcta, que se convertirá en el alimento que guardamos en nuestras alacenas. Este trabajo generacional es recompensado con apenas 80 pesos al día, cuando las ganancias son buenas.

La ausencia de lluvia es uno de los principales enemigos del campo: causa que la siembra se seque y quede inservible, por lo tanto, cientos de campesinos se quedan sin un sustento para ellos y sus numerosas familias. Es por eso que los vientos del sur trajeron consigo a Juan y algunos de sus compañeros a la ciudad, en busca de ayuda.

De 49 años, con arrugas bien marcadas alrededor de sus ojos, un tono moreno que ha ido aumentando en su piel con los años, la visible rugosidad de sus manos, una amplia habilidad para la tierra, un característico sombrero blanco y una mochila con poco alimento y agua, es sólo algo con lo que carga Juan, un campesino proveniente de Huitzilan de Serdán, un municipio situado al norte de la ciudad de Puebla.

Se dedica a la siembra de maíz, café, chile, tomate y frijol, es su única forma de obtener dinero para mantener a 5 personas: su esposa y 4 hijos (un hombre y tres mujeres). Aun así apenas consigue 80 pesos el día, que alcanzan para tortillas y frijoles. Lamentablemente este año, como muchos otros, la siembra no se dio y los cultivos se vieron arruinados por la ausencia de agua.

Transportado en camión, es la primera vez que camina por las calles de la ciudad. Va en grupo con sus compañeros de trabajo recorriendo el Centro Histórico, no obstante, su objetivo no es observar la arquitectura que ofrece la Plaza del Carmen, sino, abordar a cada persona que se encuentra en ella, para intentar obtener algunas monedas que le permitan alimentar a su familia.

Asistió a la escuela de pequeño, sin embargo, dejó la primaria inconclusa para dedicarle toda su vida al campo. Junto a su padre, comenzó acarreando y alimentando cerdos. Después, se convirtió en un campesino experto que sabe cómo tratar a la tierra para que ésta le otorgue una recompensa por el buen trato recibido. Desde hace 15 años, su padre se fue, dejando a Juan encargado de la siembra.

Debido a su dificultad para expresarse y comunicarse, carga consigo unos pequeños papeles impresos. En ellos explica su situación y la necesidad de, aunque sea, obtener un peso. Los entrega a las personas con las que se acerca y espera a que su explicación sea suficiente para llegar al corazón de quien lo lea. Desafortunadamente el pueblo potosino no ha sido muy bondadoso con él.

Según el INEGI, hasta el año 2015, en México había un total de 5.5 millones de trabajadores agrícolas de 15 años en adelante. Y el 58.7 por ciento se concentraban (de mayor a menor) en Veracruz, Chiapas, Puebla, Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Siendo el lugar de procedencia de Juan, el tercero con mayor concentración de campesinos.

Una de las principales causas del aumento de las sequías en los últimos años es el cambio climático, una situación completamente conocida en el mundo. ¿Es acaso en la zona rural en donde más se recienten los efectos de la contaminación ocasionada en las zonas urbanas?

La vida que Juan, su padre y sus hijos le han dedicado al campo, no ha sido motivo suficiente para que se les regrese lo justo por varias horas de trabajo. Algunas veces, laboran hasta el punto de la deshidratación por permanecer bajo los fuertes rayos del sol, con solo un sombrero como protección. A su regreso a casa, a Juan lo recibirá la incertidumbre de la siembra decembrina, que según cuenta, los tejones suelen comerse.

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