Covid-19 en SLP: un año después

Por Victoriano Martínez

Hoy se cumple un año de que los Servicios de Salud dieron a conocer la detección del primer caso de Covid-19 en el Estado y, tras acumular 58 mil 456 contagiados y 4 mil 935 fallecimientos, quedan atrás dos momentos de superación del máximo riesgo en el semáforo sanitario pero con dos regresos al rojo y el anuncio de que la próxima semana se pasará del naranja al amarillo.

La tarde del viernes 13 de marzo de 2020, Mónica Rangel Martínez, titular de los Servicios de Salud; Miguel Ángel Lutzow Steiner, director de Salud Pública, y Carlos Alberto Aguilar, de la Comisión Estatal de Prevención de Riesgos Sanitarios, dieron la primer rueda de prensa que se volvió diaria para informar la situación de la que, por las mismas fechas, se declaró como pandemia.

Una mujer de entre 50 y 55 años de edad, recién llegada de un viaje a España, fue el primer caso confirmado. Para aquel día se habían analizado 18 casos sospechosos, de los cuales se descartaron 15, se confirmó uno y dos quedaron pendientes sus resultados. El primer fallecimiento por Covid-19 se reportó el 25 de marzo.

Así se conoció la llegada del virus a San Luis Potosí, con la expectativa de una pandemia que no se prolongaría como finalmente ocurrió.

Se le temía, pero se tenía la confianza en que sería relativamente corta. En abril se consideraba que para septiembre México estaría libre de la pandemia y el mundo entero para el mes de diciembre. No fue así. Ya se enfrentó una segunda ola y se prevé que haya una tercera.

Tan no se esperaba que la epidemia fuera tan prolongada, que el 15 de abril en la rueda de prensa diaria, Rangel Martínez hizo un cálculo sobre los posibles casos que se presentarían en la entidad y el número de decesos que dejaría en el Estado el coronavirus: 30 mil casos y 2 mil 100 fallecimientos.

De acuerdo con la rueda de prensa de este 12 de marzo de 2021, el número de casos acumulados es de 58 mil 456 en tanto que los fallecimientos por Covid-19 acumulan 4 mil 935. Muy por encima del pronóstico inicial, que muestra la característica de un virus tan impredecible como peligroso.

Rangel Martínez presentó aquel cálculo como el escenario más catastrófico que se alcanzaría si la sociedad no colaboraba en la prevención y no asumía las medidas de distanciamiento social, así como las recomendaciones de prácticas sanitarias para evitar los contagios.

Después de una segunda ola que llevó de regreso al Estado al semáforo rojo, con los señalamientos de que el repunte en los contagios fue producto de los festejos decembrinos que provocaron un relajamiento en el distanciamiento social, la reducción en el nivel de riesgo a semáforo amarillo a  partir del lunes debe ser tomada con reserva.

El virus ya ha mostrado características que ponen a prueba la capacidad de reacción social, pero también el nivel de responsabilidad en la prevención de quienes –con sus determinaciones– pueden contribuir a que el distanciamiento social sea posible: eventos masivos suspendidos, templos cerrados, por ejemplo.

Más allá de la responsabilidad de evitar la concentración masiva de personas, quienes en la vida previa a la pandemia realizaban actividades que requerían de tal circunstancia han tenido que echar mano de alternativas para mantenerse activos, principalmente a través de distintas plataformas de Internet: hasta funciones de circo completas y sin público se han dado en transmisiones en vivo.

El aniversario de la permanencia de la pandemia llega a San Luis Potosí en plenas campañas por la gubernatura, una actividad que tradicionalmente se da con concentraciones masivas cual demostraciones de fortaleza electoral. Un paradigma que la pandemia –y más por la amenaza de una tercera ola– obliga a romper.

Pero desde el primer minuto del 5 de marzo, fecha oficial para iniciar las campañas, los candidatos ya exhibieron, por un lado, que para ellos su interés electorero está por encima de la salud de la población y, por el otro, su escasa capacidad para responder a las necesidades de la sociedad que pretenden gobernar y a la que ni siquiera le respetan su derecho a la salud ante la pandemia.

Si la presencia del virus exhibe que no tienen capacidad de proteger el derecho a la salud de la población de sus propias ambiciones electoreras, ¿qué otros derechos de la ciudadanía están dispuestos a sacrificar cuando ya no necesiten de su voto y estén instalados en el cargo?

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