Carlos Rubio
Un sombrío y solitario estadio Alfonso Lastras Ramírez fue el escenario de la derrota que el día de ayer sufrió el Atlético San Luis ante las águilas del América. El que parecía ser el partido más prometedor de la temporada para los aficionados potosinos, se llevó a cabo a puerta cerrada como consecuencia de la sanción que se le impuso al equipo, luego del reciente altercado en la tribuna con la barra del Querétaro.
El fútbol potosino nunca había padecido una sanción tan severa; el lugar destinado para la porra del San Luis suele vibrar en cada tiro de esquina; los tambores y las trompetas se escuchan cuadras más allá del estadio y el aire se respira con ánimos de pasión, pero esta vez no, ahora la soledad dominó el encuentro.
Algo característico de los juegos a puerta cerrada es la posibilidad de escuchar los gritos de todos los jugadores para comunicarse entre ellos y cuidar las espaldas de sus compañeros. Los gritos con acento español del cuerpo técnico llegaban a cada esquina del estadio, junto con los quejidos de un jugador después de una falta.
Apenas se jugaban los dos primeros minutos del encuentro cuando Jesús López mandaba un balón de volea al travesaño, dejando claro que el América buscaba sacar el resultado de un partido que según las estadísticas era de trámite.
Luego del primer aviso, el Atlético San Luis intentó ordenar su medio campo para no lucir tan rebasado por su contrincante, pero un segundo balón al travesaño por parte de Andrés Ibargüen al minuto 15, dejaba claro que el América buscaba marcar el primer gol cuanto antes.
Dos minutos después, sorpresivamente el equipo potosino respondía con un gol de Nico Ibáñez, el cual provino de una pelota parada en el medio campo. Lamentablemente para los locales, el silbante asistido por el VAR, anuló el gol ya que un jugador del San Luis que se encontraba en fuera de lugar, estorbó el paso de un jugador de las Águilas. Aunque el gol fuera anulado, daba esperanzas de que el San Luis pudiera hacer un buen juego.
El partido se niveló por momentos y se metía fuerte la pierna en el medio campo. Los equipos se fueron al descanso con un empate a cero. A lo lejos, en la cabecera sur del estadio, quedaba un testigo de aquella tarde gris de domingo en la que la violencia fue la protagonista de un partido; en la parte alta del estadio, yacían los restos de la butaca que fue usada para herir a una aficionada del San Luis, ¿se reparará? O podría dejarse como recordatorio del día en el que los pasillos se bañaron en sangre.
Comenzada la segunda mitad, al minuto 50, un rebote en el área que venía de un tiro de esquina fue aprovechado por Roger Martínez para abrir el marcador. Con la pierna izquierda, el jugador americanista desvanecía las aspiraciones de un Atlético San Luis que se preparaba para ligar su tercera derrota consecutiva y la octava en todo el torneo.
Una jugada polémica se generó en el área chica de los locales cuando el defensa central Pedro Álvarez metió la pierna en el camino de Bruno Valdez, quien buscaba rematar el balón. Los jugadores americanistas pedían penal, sin embargo, con ayuda del VAR, el arbitro únicamente determinó saque de meta.
No hubo más destellos del San Luis que ese lejano gol anulado. La portería de Guillermo Ochoa se fue limpia y sin ningún remate a puerta. El partido fue ampliamente controlado por el cuadro de Coapa, quienes regresan a la Ciudad de México con un uno por cero y tres puntos en la bolsa que casi le aseguran un boleto para la liguilla a falta de dos partidos que le quedan por jugar.
Aunque fue un “seco” partido por parte del San Luis, esta vez los jugadores pudieron ocultar la vergüenza de perder nuevamente en casa, al encontrarse en un estadio vacío. De no encontrar rumbo para el siguiente torneo, puede que veamos solo al Alfonso Lastras en más ocasiones, sin la necesidad de encontrarse a puerta cerrada.