Lúminas, A.C.
Silvia Federici señala: “Eso que llaman amor es trabajo no pagado”, refiriéndose al trabajo que las mujeres realizan en nombre del amor, predominantemente en el ámbito privado, y que históricamente se ha naturalizado para niñas y mujeres: el trabajo doméstico.
El trabajo doméstico puede ocurrir en dos modalidades: remunerado y no remunerado. Ambas son realizadas en su mayoría por mujeres y niñas, permaneciendo invisibilizadas y poco valoradas.
En el ámbito remunerado, la figura de la “nana” que cría hijos ajenos está profundamente arraigada en el inconsciente mexicano. Estas trabajadoras suelen estar imposibilitadas de dejar el hogar de sus patrones, pese a las condiciones laborales precarias e indignas, y lo hacen por amor, incluso dispuestas a arriesgar la vida por aquellos que cuidan, tal como lo retrata “tiernamente” la película Roma de Alfonso Cuarón.
Estas mujeres, adolescentes y niñas, son frecuentemente percibidas por sus empleadores como parte de la familia, una percepción que justifica no otorgarles seguro social, jornadas laborales dignas, vacaciones ni sueldos adecuados. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en 2023 el 69.5 % de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado no recibió ningún tipo de prestación laboral.
Respecto al trabajo no remunerado, esta división sexual del trabajo asigna el trabajo reproductivo a las mujeres, derivando de una construcción histórico-cultural en una sociedad patriarcal basada en la dominación y explotación de las mujeres. Silvia Federici explica cómo procesos históricos como la caza de brujas y la colonización confinaron a las mujeres y naturalizaron su función reproductiva y de cuidados al servicio del capitalismo. A través del trabajo reproductivo y de cuidados, se sostiene lo que en términos marxistas se denomina la “corporalidad viviente de los trabajadores”, proporcionando sustento material y afectivo para que ellos puedan trabajar en la fábrica.
El trabajo de cuidados es crucial para el funcionamiento del capitalismo, ya que proporciona el trabajo no pagado necesario para la ganancia capitalista. De ahí el dicho feminista: “el trabajo doméstico sostiene al capital”. Según la cuenta satélite de trabajo no remunerado de los hogares en México, el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados reportó un monto de 7.2 billones de pesos, equivalente al 24.3% del PIB nacional. De ese monto, las mujeres contribuyeron con 72% y los hombres con 28%. Con sus labores domésticas y de cuidados, las mujeres aportan a sus hogares 2.6 veces más valor económico que los hombres. Mientras las mujeres dedican un 67% de su tiempo a actividades de trabajo no remunerado en los hogares, los hombres lo hacen en un 28%, complementando así los porcentajes invertidos en el trabajo para el mercado.
Hoy en día, muchas mujeres no solo se encargan del trabajo doméstico, sino que también se dividen entre el trabajo productivo y reproductivo, cumpliendo hasta triples jornadas laborales. Esto deja poco o ningún tiempo disponible para el ocio y el descanso, resultando en graves problemas de salud física y emocional. Por otra parte, las mujeres que se dedican principalmente al trabajo de cuidados enfrentan problemas como la deserción escolar y la pobreza.
Es fundamental promover una política de cuidados y una economía de cuidados que reconozcan la importancia del trabajo reproductivo. Esta política debe incluir salarios y derechos laborales para las cuidadoras, así como programas de guardería que les permitan disfrutar de tiempo libre. Estas y otras propuestas buscan lograr la igualdad en el trabajo de cuidados y la justicia para las mujeres.
Para desmantelar los trabajos de cuidados disfrazados de amor, cuya perspectiva refuerza la desigualdad, es fundamental repensar los roles de género para construir una sociedad democrática que desnaturalice el trabajo de cuidados como propio de las mujeres y lo convierta en un trabajo colectivo y comunitario realizado de manera equitativa por todos los miembros de la sociedad, incluyendo instancias públicas y gubernamentales. De ahí es posible hablar de una ética y cultura de cuidados, construida históricamente por nuestras madres desde el amor y el afecto por la vida.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Lúminas, A.C. es una organización sin fines de lucro dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos con especial atención en las mujeres y las infancias y sus Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA). La integran Olga Elizabeth Lucio Huerta, Gabriela Alejandra Rodríguez Cárdenas, Mónica Reynoso Morales, Fátima Patricia Hernández Alvizo y Maritza Aguilar Martínez.