Óscar G. Chávez
Leí en este espacio informativo, con mucho de sorpresa y más de incredulidad, las declaraciones de Octavio Pedroza Gaitán en torno a los libros de texto gratuitos. Su constructo discursivo se asemeja más a lo que decía Francisco Salazar Sáenz en los sesenta y setenta que a lo que pudiera decir un político en estos momentos. Afloraron finalmente la moralina y el conservadurismo del panista que al parecer no logra asimilar la idea de que ya nadie lo toma en cuenta.
Antes de continuar debo hacer un paréntesis para comentar que sin ser partidario, ni simpatizante en absoluto del panismo o –dentro del contexto de lo político– de los panistas, en cierta forma observé muy de cerca –y desde adentro– el proceso electoral en el que participó Pedroza, sin ocultar mi simpatía hacia él. Por lo ocurrido en campaña más el muy pronosticable desenlace, pude percatarme del apocamiento, cobardía y mediocridad de quien yo consideraba un político potosino de cierta trayectoria; no me detengo en sus alcances intelectuales porque siempre me parecieron limitados. No es esto último, también hay que aclarar, distintivo exclusivo de este personaje, las nuevas generaciones de panistas son, en su mayoría y con distinguidas excepciones, bastante ignorantes.
De ahí que me resulten no sólo temerarios sino absurdos sus dichos en torno a los libros de texto gratuitos; más, considerando que su experiencia como docente universitario no alcanza a convertirlo en especialista en el tema de educación a nivel primaria; aunque quizá pueda sorprendernos y nos enteremos que en algún momento, robando tiempo a la política, cursó algún posgrado en pedagogía, didáctica o métodos de enseñanza y aprendizaje. De no ser así, queda claro que la mayor parte de sus dichos tienen el tinte de lo ideológico o la ingenua finalidad de ser tomado en cuenta para el próximo proceso electoral; no olvidemos que ya comienzan los autodestapes y tiene derecho a hacerse notar. Y los tiempos no están como para no buscar o dejar pasar una diputación aunque sea local; además ¿qué otra cosa sabe hacer?
Al igual que Octavio, no soy especialista en pedagogía y lo poco que puedo opinar sobre sus dichos es a partir del sentido común de un simple opinólogo pueblerino, no se puede ir más allá; sin embargo, algo conozco de libros y he revisado, no con el detenimiento que merecen pero sí con mucho interés, principalmente derivado de la polémica en torno a ellos, la mayoría de los libros de texto presentados hace unos días.
Sí, son algo malos, por no decir que bastante, pero no es característica exclusiva de los producidos por la Secretaría de Educación Pública en este sexenio, creo que desde 1993 ya eran bastante malos. ¿Dónde estuvo desde entonces Octavio Pedroza que nunca lo escuchamos criticar aquellos libros de texto ni la supresión de algunas materias de los planes de estudio?
En algo tiene razón, y casi creo que su comentario fue un plagio de redes sociales, el contenido de matemáticas “una de las materias más importantes que deben componer la formación de un niño en la primaria” es mínimo. Pero, parece ser que no recuerda o no sabe (porque no creo que sus hijos o nietos hayan asistido a escuelas públicas), que los libros de texto no lo son todo, sólo son una herramienta auxiliar en los procesos de enseñanza aprendizaje. Dicho de otra forma: los libros de texto no son la constitución ni contienen dogmas en materia de enseñanza.
Lo referente a sexualidad es una sinrazón doble. No asume el estado ningún papel rector en este sentido en la medida que no está obligando a nadie ni se eleva a nivel de ley; es una realidad a la que no se puede permanecer ajeno y, bajo los parámetros de Pedroza, si no se ve en los libros de texto, seguro será preferible que se vea de una forma menos didáctica y más morbosa en cualquier dispositivo electrónico al que hoy en día todos los menores tienen acceso. Además, ¿cuál es el problema, o dónde radica la gravedad, de que se promueva el uso de métodos anticonceptivos desde los libros de texto? Desde luego, nunca aclaró qué libros de texto tuvo oportunidad de revisar, ¿fueron de primaria o de secundaria?
El otro punto señalado por el ingeniero es “el altísimo contenido ideológico y adoctrinante” que estos libros (de nuevo no dice referentes a qué grado escolar) imponen a los educandos. Con toda honestidad e imparcialidad puedo decir que no hay tal; sí menciona algunos problemas sociales de desigualdad pero no más. Lástima que Pedroza no demuestre con ejemplos concretos y no divagaciones repetitivas dónde encontramos el adoctrinamiento; en este mismo contexto sería válido preguntarle: ¿debe ser o no la escuela pública una constructora de pensamiento crítico?
No hay más panistas ilustrados y críticos como Gómez Morín, González Luna o Abascal, quienes en vez de lastimosamente buscar la manera de ser tomados en cuenta estarían no sólo cuestionando sino además escribiendo copiosos ensayos o eruditas disertaciones en torno al tema que les preocupaba. La responsabilidad social de los políticos no radica sólo en hablar porque se tiene boca fingiendo ser oposición, sino también en presentar propuestas o soluciones alternativas, lástima que estas escapen de los alcances de Octavio. No obstante, y de corazón, espero que siga haciendo su lucha para ver si Azuara le da algo.
Por fortuna, con todo y que vivimos en una dictadura comunista, hay libertad de expresión y tanto el excandidato como quien esto escribe, podemos decir lo que nos venga en gana. Creo que él no tiene la razón y seguro él creerá que yo tampoco.
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Por si es de su interés, hoy al medio día (12:00 hr.) en el teatro Alarcón se presentará el libro Traición en Palacio (Grijalbo, 2023), de Hernán Gómez Bruera; los comentarios correrán a cargo del autor, Claudia Hernández Herrera, Alejandro Colunga Luna y quien esto escribe.
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