Por Victoriano Martínez
Hoy será día de debate oficial, es decir, organizado por el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC).
Los ha habido, no con formato de debate necesariamente sino más como paneles de candidatos, en diversos foros en los últimos 47 días, desde el inicio de las campañas para la elección de alcalde.
Todos esos encuentros han tenido una constante: la ausencia de Ricardo Gallardo Juárez, el candidato a la reelección.
“No voy a caer en la provocación de un debate, eso es de propuestas y yo no tengo por qué hacer propuestas porque la gente me conoce”, afirmó frente al CEEPAC el 23 de marzo, cuando presentó su solicitud de registro como candidato.
No fue el primero ni el último gesto con el que Gallardo Juárez ha manifestado su vocación antidemocrática.
El inciso l (ele) de la fracción III de la Ley Electoral del Estado, establece que el CEEPAC deberá promover la realización de debates entre los aspirantes a la presidencia municipal como una forma de alentar la cultura democrática.
Parte de esa cultura democrática es darle a la ciudadanía la oportunidad de contar con información suficiente para tomar su decisión una vez que se encuentre con la boleta electoral dentro de la mampara.
Afirmar que no tiene “por qué hacer propuestas porque la gente me conoce” está más cerca de una actitud tiránica que considera innecesarias las elecciones. Cual si a Gallardo Juárez le pareciera un fastidio someterse a un proceso electoral, cuando tendría que ser automática y a voluntad propia su permanencia en el cargo.
Una actitud tiránica en la que le niega –incluso a su “gente bonita”, como él la llama–, la oportunidad de contrastar todo eso que ya le conocen contra las propuestas y alternativas que representan sus contrincantes.
Si tanto lo conocen y está seguro de su posición, el debate le sería muy útil para que sus seguidores confirmaran las razones por las que le darán su voto y hasta podría alcanzar adeptos inesperados. A menos que las razones por las que lo votarán sean de otra naturaleza.
Un candidato, por definición, es alguien que –por pretender un cargo, en este caso la alcaldía, aunque sea como reelecto– está dispuesto a contrastar sus méritos con tal de ser seleccionado.
Si bien es cierto que en un contexto de contienda electoral los debates derivan en actos utilizados por los aspirantes para lograr adeptos antes que formar la opinión de los ciudadanos, aquel objetivo no se puede lograr sin la formación de ésta.
Hoy será el debate oficial, ayer jueves fue el debate organizado por iniciativa Debates Ciudadanos 2018, encabezada por la Coparmex.
El de ayer se dio con la asistencia de tres de los cinco candidatos. Tanto por los organizadores como por el público participante y las vías de difusión con las que contó, prevaleció más un contraste de ideas y propuestas con escasos ataques, y la notoria ausencia de los candidatos del PRD y el PVEM.
El de hoy será un debate con una difusión mucho más amplia, tanto por televisión abierta como por redes sociales y vía Internet.
La ausencia de Gallardo Juárez será la reiteración de su vocación antidemocrática, pero también una prueba para sus contrincantes que sí participarán. Sobre todo, tendrán que ser lo suficientemente creativos para no caer en el ataque burdo al ausente y, en cambio, lograr contrastar sus propuestas contra lo que presuntamente “la gente conoce” de quien no asistirá.
Quien se niega a debatir ya fijó su postura de falta de respeto a los electores al negarles la posibilidad de contrastarlo abiertamente como opción.
Quienes participarán, con sus planteamientos habrán de demostrar qué tanto están dispuestos a contribuir a la cultura democrática que con el debate, el CEEPAC cumple la orden legal de promoverla.