Del dicho al hecho…

Óscar G. Chávez

Con la municipalización de la delegación de Pozos ocurre lo mismo que con la repavimentación en el barrio de San Miguelito, son necesarias a partir de un esquema elemental de ordenamiento y reivindicación territorial, en un caso, y mantenimiento urbano indispensable, en el otro, pero en ambos la premisa debe partir de un esquema de planeación ordenada, adecuada a diversas y muy particulares características, según las necesidades de los habitantes de cada uno de los entornos en cuestión. Dicho de otra forma, no se puede tratar de caminar sin haber aprendido antes a gatear tanteando siempre el espacio.

Si bien, a la mayoría de los potosinos el asunto pudiera parecerles intrascendente es obvio que no será así para los habitantes de la demarcación propuesta para municipio; para éstos será un asunto de elemental justicia recuperar la calidad perdida desde la década de los cuarenta. Este aspecto es el que obliga a preguntar ¿cuántos de sus habitantes recuerdan haber vivido dentro del territorio de Villa de Pozos con una denominación municipal y haberse enfrentado a la pérdida de ésta? La lógica es simple, la gran mayoría de éstos nacieron en un entorno fusionado al municipio de la capital. Esto, desde luego, no resta importancia a una legítima aspiración de convertirse en el municipio cincuenta y nueve.

Por el contrario, para el habitante de la capital, resulta ocioso el imaginar siquiera la segregación de un grupo de colonias y comunidades del extremo oriente del espacio geográfico que conforma su territorialidad porque, éstos al igual que aquellos, no tienen memoria del momento en que aquel territorio fue incorporado al municipio de la capital.

Para el gobernador del estado, sin embargo, no importa la aspiración de unos ni la desestimación de otros, todo parte de una promesa de campaña que curiosamente no trató de realizar al inicio de su gestión, ni tampoco desea aplazar al próximo año para que la restitución tuviera efecto a inicios de 2025, todo debe ocurrir en este año. El motivo es evidente: desea convertir el nuevo municipio en un bastión electoral del partido verde; de nueva cuenta la denominación municipal será condicionada por un proceso electoral.

Campechano y agachón el alcalde de la capital, que en algún momento secundó la propuesta de la municipalización, parece estar dispuesto a continuar apoyando esta dinámica; pareciera que, en apariencia, no alcanza a percibir el daño que esta acción puede causar no sólo a las finanzas de la capital, sino también a la infraestructura urbana e incluso a la geografía electoral y política. Algo hace suponer que guarda un as bajo la manga.

El proceso corre diversos riesgos y puede ser combatido desde distintos frentes. El punto central es que por tener como origen un arrebato politiquero, y no un legítimo reclamo ciudadano, se pretenda utilizar la propuesta y a sus habitantes como herramienta y componentes políticos. Posiblemente el asunto de la municipalización en una primera etapa tendrá un desenlace muy similar al de los adoquines de San Miguelito: un recurso jurídico interpuesto por algún particular u organización civil interesada genere una suspensión que, de manera temporal, acabe aplazando el proceso de municipalización.

De ocurrir así, es previsible que el gobernador culpará a éstos de obrar así por consigna, por celos frente al éxito que se podría obtener al recuperar la denominación, por influencia de la herencia maldita que busca cerrar las puertas del progreso o porque se busca que la capital siga viviendo de la derrama económica de la delegación.

Pero, es necesario considerar que si se piensa en la zona industrial como referente dentro del nuevo municipio, la mayor parte de ésta se encuentra dentro de los terrenos de la delegación de La Pila, lo cual podría llevarnos a suponer que en algún momento y dentro de esta administración estatal se busque municipalizar también esa delegación, no es absurdo suponerlo.  

Lo cierto es que al día de hoy, y ya en víspera de la consulta ciudadana que defina la municipalización, la ciudadanía no conoce una propuesta que, adecuada a cierta metodología técnica, explique en qué consistirá y cómo se realizará este proceso, en qué beneficia y en qué perjudica tanto a la delegación de Villa de Pozos como al municipio de la capital; tampoco se conocen los puntos geográficos concretos que delimiten polígonos territoriales de inclusión y exclusión.

Hay otros aspectos, entre ellos el no haber compulsado la autenticidad de las firmas de quienes solicitaron la municipalización; tampoco se ha hablado de una propuesta presupuestal que debería estar considerada en la ley.

El caso de la municipalización de Villa de Pozos es un claro ejemplo (otro más) de lo que no se planea adecuadamente y es propuesto con más prisa que visión. Posiblemente otro obstáculo en la caprichosa voluntad gubernamental que cuenta ya con más trechos que hechos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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