Mónica Reynoso Morales
Recuerdo que no hace más de 4 años, llegó a mis manos un artículo que explicaba el origen de la celebración del día de las madres en México y su relación con el segundo Congreso feminista llevado a en Yucatán en 1922, en el cual un numeroso grupo de mexicanas de diferentes edades se convocaron para dialogar sobre su derecho al voto, la participación de las mujeres en el ámbito laboral, el acceso al aborto y la elección sobre querer ser madres o no serlo.
Diferentes textos exponen que después del congreso llevado a cabo en Mérida, la organización entre las mujeres tomó su curso cual rio caudaloso y se formaron grupos de reflexión y trabajo por todo el país, en los cuales se hablaba sobre la importancia de la educación sexual y se difundían folletos sobre el uso de métodos anticonceptivos y el acceso al aborto.
Como respuesta del gobierno y grupos conservadores que tachaban de inmoral la propuesta de educación sexual laica y gratuita, optaron por instituir la celebración del Día de las madres para reforzar la obligatoriedad de las mujeres a ser madres, su imagen abnegada y sacrificada, con ello la distribución sexual del trabajo que relega a las mujeres al ámbito privado como esposas y madres para desempeñar las tareas de crianza y cuidados.
Cabe señalar que la campaña realizada por la celebración del 10 de mayo en la década de los años 20’s, fue creada por el diario Excélsior y apoyada rápidamente por el secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, y así fue como la celebración tomó tal auge y relevancia en los centros educativos para que hasta nuestros días se sigue celebrando de tal manera.
Si bien, a más de 100 años del antecedente histórico mencionado, el movimiento feminista en México ha ganado diferentes derechos para nosotras, la lucha sigue vigente por el derecho a elegir libremente ser madre o no en todo el país y por otros muchos derechos que permiten la autonomía y emancipación de las niñas y mujeres.
También ha sido el movimiento feminista quien ha desromantizado y politizado las maternidades, visibilizado que muchas veces ser mujeres y ser madres en este país, se traduce a la vivencia de una serie de desigualdades que potencian la violencia sistemática que vivimos por el hecho de serlo, aunado a los estereotipos de la “buena madre” y la “mala madre” que producen una competencia misógina entre nosotras y nos exponen a la vivencia de una serie de culpas al por mayor que dificultan un ejercicio respetuoso y libre de las maternidades.
Para que las maternidades sean elegidas, respetadas, acompañadas, libres y voluntarias es esencial visibilizar como necesidades urgentes el acceso a una educación sexual integral laica y gratuita, acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en todo el país, políticas de los cuidados, condiciones laborales óptimas que respondan a las diferentes necesidades de las mujeres que son madres y las infancias que acompañan, atención respetuosa y de calidad a las mujeres durante el embarazo, parto y postparto, entre otras.
También es necesario hacer evidente la deuda histórica que sigue creciendo hasta nuestros días, por ello se nos vuelve urgente desde la entraña seguir organizándonos, gritando, escribiendo, proponiendo, visibilizando, creando y exigiendo las condiciones necesarias para que las maternidades elegidas, respetadas, libres y acompañadas sean una realidad para todas.
Por estas razones, el 10 de mayo también ha sido una fecha para resignificar las maternidades y reconocer el “papel fundamental que se tiene en la reproducción social y otorgarle el valor correspondiente” como lo articula Esther Vivas en su texto Mamá desobediente, que los discursos sobre las maternidades sean nuestros y representen las vivencias, aprendizajes, reflexiones que día a día nos convocan.
Y no pararemos hasta que todas tengamos acceso a maternidades elegidas, acompañadas, respetadas y libres. Hasta que las mujeres madres tengamos condiciones seguras y dignas para nosotras y las infancias a quienes les acompañamos la vida.
Que la digna rabia y la colectividad nos sigan acompañando en la elección de ser o no ser madres.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Mónica Reynoso Morales es psicóloga, antropóloga, educadora en sexualidades y promotora de los DDSSRR de las niñas, adolescentes y mujeres.
Lúminas, A.C. es una organización sin fines de lucro dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos con especial atención en las mujeres y las infancias y sus Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA). La integran Olga Elizabeth Lucio Huerta, Gabriela Alejandra Rodríguez Cárdenas, Mónica Reynoso Morales, Fátima Patricia Hernández Alvizo y Maritza Aguilar Martínez.