Ciudad de México (13 de noviembre de 2015).- En el patio de la vivienda ubicada en la calle Privada Norte, en la colonia Agrícola Oriental, a unas cuadras de donde Leonardo Daniel perdió la vida al caer accidentalmente a una coladera abierta, no más de 20 familiares le daban el último adiós.
Eran las 12:40 de la tarde, cuando los familiares se congregaron alrededor del ataúd para elevar una última plegaria y despedir a Leonardo. Era momento de llevarlo al cementerio.
Conocidos y familiares observaban cómo el féretro en el que yacía el pequeño cuerpo del pequeño era depositado en la fosa en el panteón civil de Iztapalapa.
El ataúd blanco permanecía en medio de flores blancas. Su abuelita Rocío, —a quien Leonardo Daniel dio su última sonrisa al despedirse de ella antes de que ocurriera el accidente—, permaneció junto al ataúd durante las ocho horas que fue velado.
La madre del bebé explicó que después de visitar a su mamá, con quien había desayunado, se dirigió a su casa. Cruzó la avenida con el semáforo en rojo.
“Me pasé por la banqueta y cuando ya me iba a bajar vi que un carro iba a cruzar la calle y yo corrí más rápido, para ganarle. Entonces se me desvía la carriola de mi hijo porque era de tres llantas. Se me descontrola y estaba el hoyo de la coladera y mi hijo cae”, detalló Diana.
Abel González Morales, papá de Leonardo, aseguró que además de la coladera destapada, dicho cruce —calzada Ignacio Zaragoza y Canal de Churubusco— lo tienen que pasar toreando los carros pues muchos automovilistas ignoran la luz del semáforo.
“El cielo a ganado un ángel”, “descansa en paz Leonardo”, fueron las frases que familiares pintaron con tinta blanca, en el cristal del microbús, en el que se trasladarían al campo santo.
Sus padres vivirán su duelo (mencionaron) para después exigir a las autoridades que respondan por los hechos, “por su responsabilidad en la muerte de un ángel que ahora está en el cielo”.
Fuente: La Silla Rota.