María Ruiz
La reivindicación histórica de las mujeres lesbianas en la comunidad LGBT+ se ha convertido en una lucha social para ser nombradas en este espacio que también se sostiene de conductas machistas y patriarcales, una problemática que hoy, Día Internacional del Orgullo LGBT+, debe de exponerse.
Para la defensora de Derechos Humanos, educadora sexual y psicóloga, Sujei Sandoval, este contexto expone las razones por las cuales es importante poder analizar las violencias que afectan a las mujeres lesbianas en un espacio en donde se prioriza lo masculino, en donde la L de lesbianas ha quedado relegada.
“Esto se puede ver inclusive en los espacios LGBT+, como están acaparados por varones, que también han construido la feminidad desde su visión patriarcal y que tiende a ser invisibilizante porque también es un contexto mucho muy violento, pues en el tema de la diversidad la agenda de las mujeres lesbianas queda muy por debajo, muy de fuera. Incluso hoy existe cierta presión dentro de estos espacios en donde buscan convencerte de que si eres lesbiana, lo que buscas es convertirte en hombre, y no aceptan que eres una mujer que te sientes atraída por otras mujeres”, explicó.
Y aunque pudiera parecer absurdo, los espacios LGBT+ también enraízan conductas de relación asimétrica, es decir, donde lo masculino es prioridad, lo que perpetua la idea de que las mujeres, y en este caso las mujeres lesbianas, no existen y solo son una pequeña extensión del movimiento.
“Respecto a las violencias que vivimos, me parece fundamental mencionar la raíz de esas violencias, las lesbianas hemos descolonizado nuestras cuerpas, y renunciamos a poner nuestra vida y nuestras cuerpas al servicio de los varones que está implícito en las relaciones heterosexuales. Esto nos hace sumamente incómodas para el sistema. Las lesbianas no solo vivimos lesbodio, las lesbianas vivimos una doble violencia, somos sujetas a la lesbomisoginia”, explicó.
Sujei Sandoval remarcó que la lesbomisoginia se expresa desde el desprecio, la humillación, los prejuicios, la marginación y exclusión de las mujeres lesbianas en lo íntimo, privado y público.
“Esto ha sido nombrado por lesbianas feministas desde hace muchos años. Desde la discriminación y violencia en la familia de origen, las violaciones correctivas, la exclusión y techos de cristal en el área laboral y los asesinatos de mujeres lesbianas”.
Expresiones de violencia patriarcal que han sido introyectadas a las propias mujeres lesbianas, quienes son objeto de acciones hostiles, ofensas, amenazas, castigos y hasta lesbocidios. Por ello, la lesbiandad se ha convertido en un movimiento subversivo para nombrar que en estos espacios ellas también existen y son vulnerables.
“Las mujeres lesbianas sufrimos violencias específicas que no se pueden equiparar con aquellas que atraviesan a las mujeres heterosexuales o bisexuales. Desafortunadamente, en ocasiones esta violencia es tan grande que llega al crimen de odio o lesbocidio”.
Sobre esto último, existe un entramado histórico, cultural e ideológico que ha permitido reproducir violencia contra las mujeres, pero sobre todo contra aquellas que son lesbianas, situación que para Sujei Sandoval son el sostén del pensamiento patriarcal.
“El patriarcado se ha sofisticado y junto con este las estrategias para el borrado de la existencia lésbica, alcanzándonos en los espacios de disidencia como aquellos que se compartieron a través de la historia con varones, pero también en espacios feministas. Actualmente pareciera que las lesbianas no tenemos un lugar en este mundo, el hecho de que la lesbiandad sea no solo un tema de identidades, orientaciones o prácticas sexuales, sino postura política que entiende la heterosexualidad como un régimen político, económico y social, una forma ver y entender al mundo: priorizar a las mujeres y las relaciones que establecemos con ellas”, dijo.
El feminismo lésbico vs agenda LGBT+; la creación de colectivas como espacios de incidencia
Durante muchos años, las mujeres lesbianas han sido un referente contra los sistemas, estereotipos y roles de género; una lucha que está intrínsecamente relacionada con el movimiento feminista.
Existe evidencia histórica en la que las mujeres lesbianas crearon las primeras articulaciones de mujeres que expusieron de manera personal y colectiva, el espectro político y las violencias simbólicas que suscriben al heterocentrismo y androfalocentrismo.
Pese a ello, hasta hoy aún enfrentan negativas, misoginia y silencio dentro de estos espacios y aún más en donde la disidencia sexual, como el movimiento LGBT+, no tiene cabida para ellas.
“Hay algo que menciona Yan María Castro Yaoyólotl, el movimiento de lesbianas en México comenzó dentro del movimiento feminista, nunca dentro del movimiento homosexual y mucho menos del gay como lo dice la ‘historia oficial’. La iniciativa de formar organizaciones lesbianas fue una respuesta, por un lado, a la negativa de las feministas heterocentristas de asumir al lesbianismo como parte del movimiento feminista y, por otro, contra el androfalocentrismo y, por tanto, misoginia de los hombres gays”.
La también perito en psicología señaló que dentro de la cultura LGBT+, que tiene una propuesta neoliberal “gay”, se esconden acciones de misoginia a través de la omisión o inexistencia de las mujeres lesbianas.
“Esto nos despoja de nuestra identidad, niega profundamente la materialidad que nos atraviesa. Ser mujeres habitando este cuerpo sexuado de mujer amando y priorizando a otras mujeres atravesadas por la misma materialidad”.
A pesar de que actualmente existen colectivas y espacios organizativos de mujeres lesbianas, desafortunadamente algunos de estos espacios, según lo referido por Sujei Sandoval, siguen esta lógica neoliberal y no son lugares seguros para las lesbianas.
No obstante, aseguró que no todo este panorama es desolador.
“Aunque siempre ha habido una negación para las lesbianas y que podamos acceder a espacios seguros y hablar de lo que nos atraviesa, de nuestras experiencias, porque todo está acaparado por hombres o mujeres heterosexuales, las lesbianas siempre nos organizamos con otras mujeres lesbianas donde compartimos nuestras historias, hacemos análisis, gustos e intereses”.
Por ejemplo, existe la colectiva de la Lenchilada, un espacio de incidencia, en el cual mujeres lesbianas potosinas se organizan y accionan en favor de sus derechos.
“En San Luis Potosí hay una historia de varias colectivas que muchas personas no conocen, que hay que nombrarlas, creadas por mujeres lesbianas organizadas y que siguen vigentes y siguen trabajando para abrir espacios seguros para todas las mujeres. En México hay muchos otros espacios, pues en todas las latitudes hay lesbianas, que se organizan”.
Pese a la existencia de asociaciones civiles enmarcadas dentro del movimiento LGBT+, estas siguen enmarcadas dentro de la mirada gay exclusiva que deja de lado una vez más la existencia de las mujeres lesbianas y sus necesidades.
“No están enfocadas a temas que nos pertenecen y nos importan a las mujeres lesbianas, de hecho, contribuyen al borrado sistemático de mujeres que muchas de las veces obedecen a intereses económicos y donde prevalece la violencia contra los derechos humanos, pese a que se dedican a la defensa de los derechos de las personas LGBT. Por ello la importancia de la creación de colectivas que priorizan a las mujeres, y que buscan la construcción de espacios, visibilización de las violencias y acompañamiento de las víctimas”.